Londres, (EFE).- A sus ochenta y tres años, el príncipe Felipe, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra, quiere seguir activo en el deporte de la competición de carruajes tirados por caballos, del que es un apasionado.
Así lo revela en un libro publicado en el que señala que, pese a ser consciente de que envejece, y no está ya tan rápido de reflejos ni tiene tan buena memoria como antes, sigue gozando con los caballos de tiro por la campiña inglesa.
"No tengo la intención de renunciar mientras pueda disponer de un tiro de caballos bien dispuestos y de mozos de cuadra dedicados a su trabajo", escribe el aristócrata británico.
Los buenos resultados obtenidos este año hacen muy probable, según la prensa británica, que el príncipe Felipe se califique para el Campeonato Mundial de Conducción con Ponies.
La afición del duque de Edimburgo comenzó cuando, en su condición de presidente de la Federación Ecuestre Internacional, fue solicitado, hace treinta años, para que ayudara a compilar las reglas de ese deporte, que se estaba volviendo cada vez más popular.
El mayor problema que encontró, según explica en su libro, era cómo hacer que los caballos con los que empezó a practicar el deporte, todos ellos de las Caballerizas Reales, consiguiesen saltar el agua, uno de los requisitos de ese tipo de carreras.
"Hay que recordar, escribe, que se trataba de caballos ceremoniales cuya única experiencia con el agua se limitaba a intentar evitar los charcos que se formaban en las aceras de Londres".
El príncipe Felipe diseñó él mismo un cruce de agua en el parque del palacio de Windsor para adiestrar a los animales y consiguió que lo atravesaran tentándolos con terrones de azúcar desde el otro lado.
