HOUSTON, EU.- Todo lo que las Panteras de Carolina querían era que Jake Delhomme tuviese una oportunidad de llevarles a la victoria en el último cuarto.
No importa que el mariscal de campo no consiguiera completar sendas conversiones de dos puntos previamente en el período del Súper Tazón, ellos sabían que él iba responder a la hora buena.
Y Delhomme respondió. Simplemente, no fue suficiente para superar el gol de campo de último minuto de Adam Vinatieri que dio el triunfo y el título a Nueva Inglaterra.
Pese a poner a los suyos adelante con un pase de 85 yardas a Muhsin Muhammad y uno de touchdown de 12 yardas a Ricky Proehl que empató la pizarra con apenas 1:08 en el reloj, Delhomme solamente pudo ser testigo desde la banda del gol de campo de Vinatieri, que selló la victoria de los Patriotas 32-29.
El regreso de kick off de Carolina fue frenado y el tiempo expiró sin que Delhomme pudiese regresar al terreno. El mariscal de campo de las Panteras se quedó paralizado, con las manos a la cintura, mordiéndose los labios.
Delhomme pareció estar en trance mientras veía a Nueva Inglaterra celebrar un nuevo título y fue despertando solamente cuando el corredor de los Patriotas, Kevin Faulk vino corriendo a abrazarle.
De todos los pensamientos que inundaban la mente de Delhomme, uno de ellos tiene que haber sido acerca de lo que pudo ser. Después de todo, están las fallidas conversiones de dos puntos. De haber acertado una de esas, todo pudo haber sido diferente.
Las Panteras estaban acostumbradas a esos finales de suspenso, aunque usualmente ellos eran los que terminaban celebrando.
En la campaña regular, 12 de sus 16 partidos se decidieron por seis puntos o menos y disputaron tiempos adicionales en tres ocasiones. En la segunda ronda de play off, tuvieron que ir a doble tiempo de prórroga para eliminar a los Carneros.
En esos partidos cerrados, Delhomme a menudo les llevó al triunfo. Lo hizo contra Arizona, Washington, Tampa Bay y Jacksonville y tuvo un pase de touchdown de Steve Smith para vencer a los Carneros hace tres semanas.
Pero esta vez, la sonrisa fue para los rivales.