EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

¿Estabilidad o crisis?

Francisco Díaz Palafox

Prácticamente no hay lugar ni grupo social de México en el que no se comente los errores y fracasos del Gobierno y quienes critiquen la gestión del presidente Fox. Los comentarios más ácidos no dudan en señalar un “se los dije”, mientras que muchos otros, que desbordaban su optimismo en julio de 2000 porque era la hora del cambio, se lamentan por haber elegido a un personaje mediático que ni sabe, ni entiende ni le gusta la política. Lo preocupante es que en todos esos ambientes se comienza a pasar de la frustración al enojo y de ahí existe una línea muy delgada hacia la desesperación.

Los chistes, las bromas y los sarcasmos sobre la figura presidencial y su pareja van en aumento, como hace décadas no se escuchaban; las encuestas revelan datos fríos que hacen desmejorar y deprimen a quienes tienen una obsesión por la popularidad y por conservar el poder. Pero, las incursiones a la finca de la familia Fox; las rechiflas y abucheos de los trabajadores; las críticas de la clase política; las quejas sociales en Los Pinos, inclusive provenientes de organizaciones filofoxistas; el sistemático cuestionamiento en los medios informativos o los reclamos empresariales, no son síntomas aislados o del ejercicio irrestricto de la libertad de expresión, sino son signos de un rechazo que debiera preocupar, antes de que se desborden y puedan generar una situación indeseable e inconveniente para todos.

En el terreno de lo personal, poca importancia tiene la circunstancia personal de quien tiene, única y exclusivamente como dice la Constitución, la responsabilidad del Estado mexicano y su Gobierno. No obstante cobra relevancia cuando se analiza desde la perspectiva de la institución que representa. Más aún resulta fundamental cuando se reconoce que nuestro sistema político, por no decir que también el social y el económico, descansa en un presidencialismo absolutista que pese a la negativa, quizá hasta de buena fe de Vicente Fox, a ejercerlo no ha sido sustituido por un modelo siquiera ya no digamos más democrático sino funcional.

Sin embargo, es justo admitir que la gobernabilidad de México no se ha roto del todo, pero también hay que reconocer que este hecho no se debe necesariamente a la contribución del Gobierno Federal.

Por el contrario, en innumerables ocasiones y lamentablemente cada vez con mayor frecuencia, la estabilidad no tiene origen en la administración foxista. A veces no se exagera al decir que es a pesar de ella. La razón esencial es que, aunque a algunos les disguste y haya esfuerzos consistentes para deteriorarlas, el país todavía cuenta con instituciones. Con todo y deficiencias, escándalos, anacronismos y falta de acuerdos, el Congreso, el Poder Judicial, el IFE, la CNDH, el Banco de México, los partidos políticos, los Gobiernos estatales, los ayuntamientos, las organizaciones gremiales, los medios de comunicación, en fin todos los sectores que forman parte de la vida pública han impedido que el país caiga en una crisis mayor.

Lo cierto es que la precaria estabilidad descansa en la responsabilidad con la que se han conducido la mayoría de los actores políticos. Los resultados magros en la economía y la descomposición política y social tienen como origen básico los constantes bandazos gubernamentales, que inmovilizan la acción pública y confunden a la sociedad.

Por fortuna, hasta ahora, no ha sucedido nada más grave, pero no hay que confiarse. Todo tiene un límite. Ahí están los ejemplos de Venezuela, Argentina o Haití. Está claro que la democracia electoral es insuficiente y que la recuperación y la estabilidad dependen de muchos otros elementos como: contar con un proyecto viable e incluyente, tener un liderazgo claro y firme y ante todo tener instituciones sólidas y eficaces.

Por eso, todos deberían tomarse en serio las palabras de Vicente Fox, comenzando por su Gobierno, para acabar con la calumnia, las mentiras y el desánimo que enrarecen y complican todo. A él le harán un favor, evitándole la pena de soportar más reclamos o la necesidad de sacar con tirabuzón un frío aplauso en los eventos a los que asiste, como sucedió en la semana en el Congreso de la CTM y en la reunión con empresarios en Guadalajara.

De pasada el favor se lo harán también a México, para que cuando menos no pasemos de una frágil estabilidad a una crisis mayor.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 76222

elsiglo.mx