Hace treinta años una alza en los precios del petróleo puso en jaque al mundo entero.
En 1974 el recorte en la producción dictado por la OPEP provocó un disparo en los precios del crudo y una gran alarma en los países industrializados.
Recuerdo que en aquel entonces el costo por galón de gasolina en Estados Unidos superó el dólar lo que obligó al Gobierno a tomar severas medidas para ahorrar el combustible.
El límite de velocidad en las carreteras se redujo a 55 millas por hora, se racionó la venta de gasolinas y en la industria automotriz se desarrollaron nuevas tecnologías para el ahorro y la eficiencia en el combustible.
Años después de 1979 a 1985 se registró otra crisis petrolera pero en sentido inverso cuando la demanda internacional del crudo se redujo sensiblemente para provocar un desplome en los mercados internacionales.
Ya recordará usted aquellos tiempos cuando el presidente mexicano José López Portillo quería a toda costa mantener un precio irreal del barril mexicano para defender al peso “como un perro”. El costo del petróleo cayó hasta los doce dólares por barril cuando valía en promedio unos 18 dólares.
De 1987 al 97 los precios oscilaron entre los 17 y 20 dólares, años en los que se logró una cierta estabilidad y equilibrio entre la oferta y la demanda. Pero en 1998 los precios se desplomaron hasta en un 30 por ciento lo que ayudó a los países industrializados a retomar su crecimiento económico.
Pero esta baja ocasionó también un incremento en el consumo de más del 17 por ciento, lo que hoy en día viene a ser unas de las causas principales de la nueva crisis petrolera.
En esta semana el precio del crudo superó los 53 dólares por barril para implantar un nuevo récord histórico y complicar la economía internacional.
A pesar de los adelantos técnicos y del uso de otras fuentes energéticas, el mundo se mueve en base al petróleo y mientras los precios se mantengan tan altos se corre el riesgo de que estalle la economía internacional.
Es tanto como correr a 200 kilómetros por hora con una llanta ponchada.
Lo realmente preocupante es que hoy en día en Estados Unidos el alza del petróleo no ocupa grandes titulares ni es motivo de serias preocupaciones.
Pareciera más bien que las autoridades tratan de ignorar el tema, quizás porque la guerra de Irak y la lucha contra el terrorismo han tenido mucho que ver en esta terrible escalada de precios.
Esta semana en el sur de California se registró un nuevo récord en el precio de la gasolina regular al llegar a promediar los 2.39 dólares por galón, 13 centavos más que la semana pasada y 60 más que hace doce meses.
En la frontera mexicana el precio por litro oscila alrededor de los seis pesos el litro de Magna lo que significa poco más de dos dólares por galón.
La espiral de precios de los últimos meses se justifica por varias razones: la guerra de Irak, los problemas de producción en Rusia, el disparo en la demanda especialmente en países como China y la India, amén de los daños producidos por recientes huracanes en el Golfo de México.
Hace unos meses trascendió que conforme se acercaran las elecciones presidenciales el Gobierno de George W. Bush movería sus teclas para reducir el precio de las gasolinas.
Lamentablemente está ocurriendo lo contrario y lo que preocupa todavía más es que el equipo de Bush ni siquiera ha dado la voz de alarma ante este grave indicador económico.
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