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Estrenan obra sobre Maradona

Agencias

BUENOS AIRES, ARGENTINA.- Con buenas actuaciones, atrayente factura y sobredosis de emoción, se estrenó en la noche del sábado en Buenos Aires El 10, Entre el Cielo y el Infierno, la primera biografía teatral del ex astro futbolístico argentino Diego Armando Maradona.

En formato de tragicomedia musical con 45 actores en escena, la narración se despliega con mucho dinamismo y sin respetar la cronología en tres escenarios y diez canciones, para indagar sobre el interrogante que sobre este mito viviente se hacen millones de aficionados al futbol en todo el mundo: ¿porqué?

"¿Por qué Diego, te mandaste tantas macanas (tonterías)?", pregunta un personaje al hombre que los argentinos idolatran como el mejor jugador de la historia del futbol, que precipitó su decadencia con su adicción a las drogas.

Una lograda caracterización de Emilio Bardi, de 41 años, que aprovecha bien su parecido físico con el ex jugador, de 43, permite volver a "ver" a Maradona en momentos clave de su vida.

El actor trabaja convincentemente acompañado por Rita Terranova (la madre), Leandro Pereira (Diego niño), Pablo Brichta (el padre) y Coni Marino (su mujer).

"La idea fue que tuviera un montaje cinematográfico y vertiginoso: en una hora y 50 minutos se desarrollan 32 escenas", explica Héctor Berra, director y coautor del libro junto con Daniel Dátola.

Inteligentemente intercaladas en el relato, en el escenario se reconstruyen varias de las imágenes de la vida real de Maradona que más perduran grabadas en la memoria colectiva, como el día que después de ganar la copa del mundo con la selección Argentina en México 1986, saludó con los demás jugadores desde el balcón de la Casa de Gobierno y cantó con la multitud.

La música apela a géneros urbanos y rurales argentinos, desde tangos y milongas, hasta chamamés, malambos y murgas.

Javier Zetner, autor de las melodías, dice que tuvo en cuenta que la obra muestra "un Maradona múltiple, que incluye al real y a ése que se va construyendo en todos nosotros a partir de sus apariciones en los medios".

"Está el Diego inocente al que le gusta jugar a la pelota, el despótico y caprichoso, el destruido por sus propios problemas", enumera.

La producción musical y los sonidos incidentales fue responsabilidad de Lito Vitale y la escenografía marcó el debut en el rubro del cantautor Juan Carlos Baglietto.

El relato subraya la solidez de los afectos y los vínculos familiares como una constante en la vida de Maradona, no alterada por la formidable Caja de Pandora que le abrieron la fama y el dinero.

Pero veteranos de cien estadios lagrimearon como quinceañeras en la platea cuando ya en la cumbre, acosado por intereses y tentaciones, Diego vuelve a la Villa Fiorito de su niñez para hablarle a Dios "en directo" bajo el estrellado cielo suburbano y rogarle que lo ayude a ser feliz, "como cuando era pibe".

Es que en el alma popular de los argentinos, el accidentado ocaso de Maradona a mediados de la década pasada es aún, como dice el tango, "una herida absurda".

La obra muestra a Diego niño, cuando conoció a su mujer, cuando se disparó su carrera meteórica, cuando le ofrecieron droga por primera vez, cuando imponía todas las condiciones en los contratos, cuando fustigó a miserables y escandalizó a poderosos, cuando compartía miradas y silencios pescando con su padre, cuando "le cortaron las piernas".

De tan dolorosa que fue la realidad que disparó, apenas basta una fugaz referencia a la escena en que la enfermera gordita y rubia lo acompañó al control antidopaje en el mundial 1994 de Estados Unidos, para marcar uno de los momentos más tristes de esta historia.

La sucesión aparentemente caótica de saltos temporales hacia adelante y hacia atrás, se detiene finalmente en un dantesco juicio, en el que el público se ve involucrado como representación de la sociedad, de cuyo resultado depende cómo será el resto de la existencia del ídolo.

El final, como la propia vida de Maradona, queda abierto: será condenado al infierno de una vejez cargada de obsesiones y fantasmas, magníficamente representada por el actor chileno Franklin Caicedo o, mediante la absolución pública de sus pecados, tocará al cielo recuperando la inocencia del niño que fue, que sólo quería jugar a la pelota.

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