El mar, símbolo de vida y libertad, fue el protagonista de la ceremonia de apertura de la Eurocopa de Portugal 2004.
Durante unos minutos el Estadio del Dragón se convirtió en un océano, con peces y olas incluidas que fue surcado por una carabela, que capitaneada por los portugueses descubrió, hace más de 500 años, nuevos mundos.