EL SIGLO DE TORREÓN
Por fin llegó esa convivencia tan esperada... Los organizadores estaban algo nerviosos porque se acercaba el arribo de sus ex compañeros de preparatoria Generación 84 de la Escuela Pereyra, que acudirían a la conmemoración del vigésimo aniversario de su graduación.
Cami Lozoya, Paulina Diez, Claudia Fájer, Jaime Ramírez, Tere Ochoa, Claudia Rivera, Mónica Álvarez y Carolina Villarreal, estaban en la entrada del rancho El Refugio -propiedad de don Salvador Álvarez- para recibir a sus queridos ex compañeros de clases, a quienes hace 20 años no frecuentaban.
A cada uno de los asistentes, que fueron alrededor de 108, se les entregó una playera color gris, un gafete con su nombre, además de un disco compacto que contiene un video con fotos del recuerdo de tercero de preparatoria.
Este festejo de aniversario inició con una misa de acción de gracias a las 14:00 horas, que ofició el sacerdote Jorge Villa, quien vino especialmente de Oaxaca y que en ese entonces, compartió con los muchachos gratas vivencias.
Al término de la eucaristía, siguió la foto del recuerdo... ¡hola, qué has hecho de ti!, ¡luces muy bien conservada!, ¡el tiempo no pasa en balde, compadre! fueron algunas de las frases que se dijeron los presentes mientras se acomodaban para la toma de la gráfica. ¡Listos! una... dos y tres... ?clic?; los saludos continuaron.
Ese día, los maestros y personal que convivieron amenamente con los chavos no se hicieron esperar, por ejemplo, asistieron La Ruca de la Parra, Lupita Rodríguez, Raymundo Murra, Marco Antonio Morán, María Elena y Lencho, el último de ellos fue el padrino de dicha generación.
?Tal pareciera que fuera ayer cuando estábamos juntos?, expresó el maestro Marco Antonio a sus condiscípulos.
Un exquisito bufete mexicano se ofreció y previo a ello, los ex alumnos degustaron de botana, taquitos dorados con guacamole y una variedad de salsas, por último hubo diversidad de postres.
Con música de sonido disco, que estaba de moda en aquel entonces, se amenizó el festín; todos bailaron, parecían unos verdaderos adolescentes, pero con unos añitos más.
A eso de las 22:30 horas, el predio se hallaba concurrido y para hacer de la velada algo más encantador, se sirvió un sabroso menudo y birria, acontecimiento que finalizó un poco antes de las dos de la madrugada.
