Rivero fue condenado a 20 años de cárcel acusado de conspirar con EU, atentar contra la independencia del Estado y socavar los principios de la revolución.
La Habana, (EFE).- El poeta y disidente cubano Raúl Rivero, excarcelado hoy por motivos de salud, está dispuesto a seguir escribiendo con una mirada crítica, mientras calibra las posibilidades de seguir en Cuba o abandonar el país.
Rivero (Ciego de Ávila, 1945), considerado el mejor poeta de su generación, fue condenado a 20 años en los juicios sumarísimos que llevaron a la cárcel a 75 disidentes en la primavera del pasado año, acusados de conspirar con EU, atentar contra la independencia del Estado y socavar los principios de la revolución.
El poeta fue trasladado el viernes de la prisión de Canaleta (Ciego de Ávila, unos 450 kilómetros al este de La Habana) a un hospital militar de la capital, donde fue sometido a un exhaustivo chequeo médico, antes de ser liberado, a primeras horas la mañana de hoy.
Rivero, que tiene un buen aspecto y ha recuperado catorce kilos que perdió en la cárcel hace meses, sufre un enfisema pulmonar producto de su hábito de fumar, que se agravó en el primer año de presidio, en una prisión de máxima seguridad, en condiciones "muy difíciles".
Los primeros once meses "fueron realmente muy duros, porque era una celda muy pequeña solitario (...), salíamos a coger sol esposados, en condiciones muy duras".
El poeta atribuyó su excarcelación a las presiones internacionales y, en especial, a las gestiones del gobierno español, al que "estoy eternamente agradecido".
Las últimas excarcelaciones indican que "hay una vocación de corregir ciertas posiciones" por parte del gobierno cubano, aunque "no se si se han dado cuenta de que fue un error el encarcelamiento de los 75 disidentes", señaló en declaraciones a EFE.
"Mi liberación y la de los demás ha sido un gesto del Gobierno para bajar un poco la tensión. Creo que este arresto masivo fue realmente muy negativo para las autoridades cubanas en muchas partes del mundo", consideró.
A su juicio, este proceso ha demostrado que los gestos duros "nunca funcionan bien con las autoridades cubanas".
"El juego diplomático, las conversaciones privadas, surten más efecto que declaraciones públicas severas o rudas, eso crispa más la situación. Pienso que ha sido inteligente la gestión de los políticos españoles en general y ha sido más sutil que posiciones cerradas que lo que hacen es crispar la situación", afirmó.
Además, la coyuntura política "ha cambiado" y las liberaciones "bajarán la crispación que hay con algunos gobiernos, en un momento en que el país está tratando de dar rumbo a su economía".
Por eso, apuntó, "creo que algunos presos con dolencias van a seguir siendo liberados".
Aunque ha sido excarcelado con una licencia extrapenal que no supone indulto, Rivero no tiene limitación de movimientos por el país.
Su primera intención es seguir trabajando con un punto de vista crítico, si es posible en Cuba, de donde "nunca he querido irme".
"Si pudiera trabajar con normalidad en mi país, escribir lo que creo, sin mandatos, podría permanecer aquí", comentó.
Tampoco ha perdido su pasión por el periodismo. "La cárcel no ha cambiado nunca eso. Lo único que vale la pena es hacer periodismo, ser lo más profesional y lo más honesto posible", afirmó el escritor.
En sus conversaciones con la Seguridad del Estado cubana, no se le ha insinuado la posibilidad de que emigre.
"Me dijeron que podía quedarme, trabajar y buscar un espacio. No me dijeron que me fuera, ni nada de eso", explicó.
No obstante, "voy a evaluar cómo se desarrolla mi vida en los próximos días para ver si puedo permanecer aquí trabajando o si definitivamente tengo que salir a vivir a otro país", porque "lo que no puedo es trabajar con la espada de Damocles, porque no tiene sentido".
Atrás quedan los meses de prisión más dura, en los que escribió unos 50 poemas de amor, siempre supervisados por los agentes de la Seguridad del Estado.
Atrás queda también la "memoria bastante amarga" del juicio que le llevó a la cárcel, y en el que declararon algunos de sus supuestos viejos amigos, como Néstor Baguer, un topo de la Seguridad del Estado infiltrado en la prensa independiente cubana
