Londres, (EFE).- Inglaterra celebra con varias exposiciones, entre las que destaca la inaugurada en la National Portrait Gallery, de Londres, del gran pintor George Frederic Watts (1817-1904), personaje, si duda, central de la era victoriana.
Amigo de poetas como Alfred Tennyson, del crítico de arte, esteta y pensador John Ruskin, de los pintores prerrafaelitas y de la pionera de la fotografía Julia Margaret Cameron, Watts es sin duda uno de los más grandes retratistas ingleses de ese siglo.
Fue además artista tremendamente prolífico ya que desde los años treinta del siglo XIX hasta su muerte, ejecutó más de treinta imágenes entre óleos y dibujos, pero su fama descansa sobre todo en sus obras simbolistas de gran tamaño y a los retratos.
Como muestra la exposición londinense, que podrá visitarse hasta el 9 de enero, Tennyson hizo algunos de los retratos femeninos de gran tamaño más fascinantes de la época victoriana, un poco a la manera de sus geniales predecesores Reynolds y Gainsborough.
Muchas de las obras expuestas ahora en la capital británica con esa ocasión se encuentran en colecciones privadas y no habían sido vistas en público.
De buen porte, G.F. Watts supo utilizar su talento para progresar en el círculo de artistas, coleccionistas, aristócratas e intelectuales que frecuentaban a Lord y Lady Holland en Florencia hacia mediados del siglo XIX .
Watts hizo allí varios retratos de Lady Mary Augusta Holland, que, por la ternura y sensualidad que transmiten, parecen revelar la estrecha relación que ambos mantuvieron mientras duró la estancia del pintor en esa ciudad italiana.
El esposo de la anfitriona, Lord Holland, era un destacado mecenas y amigo del pintor, y en su residencia londinense de Kensington, la llamada Little Holland House, estuvo el salón por excelencia de la era victoriana, lugar de reunión de los políticos, escritores y artistas más destacados del momento.
Esa última residencia fue alquilada por Henry Thoby Prinsep, cuya esposa, Sara, era una de siete hermanas, entre las que figuraban la citada fotógrafa Julia Margaret Cameron y Virginia, por la que Watts profesó auténtica adoración y que le inspiró varios retratos.
Allí conoció también a su primera mujer, la actriz Ellen Terry, a la que llevaba treinta años (47 frente a sólo 17), y que en su breve relación -se separarían un año después del matrimonio- le inspiró varios retratos de extraordinaria sensibilidad.
Los retratos de Watts se distinguen por su gran calidad lírica y musicalidad, su exquisito refinamiento, característico del posterior esteticismo, la sutileza del trazo, y la riqueza cromática.
Si los retratos del príncipe Jerome Bonaparte, el hermano más joven de Napoleón, o el del político Francois Guizot, muestran la fría influencia neoclásica de Ingres, otros reflejan la de los maestros venecianos, a los que estudió de cerca, pero también la de los prerrafaelitas como Dante Gabriel Rossetti.
