POR CUAUHTÉMOC TORRES ALVARADO
EL SIGLO DE TORREÓN
FRANCISCO I. MADERO, COAH.- El acto sirvió para demandar justicia, equidad y terminar con la discriminación de la que son víctimas día con día miles de personas de la tercera edad. La reunión sólo fue la justificación, porque lo que realmente querían ellos era ser escuchados.
Luego del inicio de los Sétimos Juegos Culturales y Deportivos de los Adultos Mayores en este municipio, los festejados aprovecharon el fin de este programa para demandar ser reconocidos como gente que “todavía somos útiles para muchas cosas y que nos vean así”.
María Blanca Hernández Rodríguez es una señora de 74 años de edad y participó en estas actividades, pero sentencia la discriminación de mujeres adultas “sin saber que nosotras somos la fuente de la vida, esos que lo hacen nacieron de nosotras”.
Muchos de ellos soportan el rechazo de la sociedad, son más vulnerables en el aspecto moral y familiar: “ A mí lo que me motiva a seguir viviendo son mis hijos, porque siempre me han apoyado en todo, bendito Dios, nunca me han dejado”.
Pero la tristeza no se vislumbró en ese momento, todos los adultos comenzaron a motivarse y entusiasmarse con cada una de las melodías que cantaban. El hecho no importaba, como tampoco era de criticar la mala entonación, la falta de ritmo en las entradas y salidas de las canciones, el acto era para sentirse útiles.
La gente les reconoció el esfuerzo; desde que salieron al escenario nadie dejó de aplaudirles y ellos nunca dejaron de disfrutar. Cada vez que uno de los cantantes hacía una pausa, el público les festejaba como si fueran los más famosos.
La esperanza de dejar de ser ignorados aún permanece en sus discursos, en su ánimo por seguir vivos; ninguno de ellos pide trabajo, ninguna de ellas exigen oportunidades, sólo quieren que se aprecie “la experiencia que traemos de años, eso es lo bonito”, afirma Hernández Rodríguez.
Luego de varias presentaciones, la efervescencia crecía, el número de personas en el Auditorio Municipal hacía más placentera la actuación de los adultos mayores. El ánimo no decayó en ningún momento y todos los festejados gritaban y aplaudían de una manera peculiar.
Mientras la fiesta seguía, Blanca Hernández continuaban diciendo: “Necesitamos que nos reconozcan porque en muchos aspectos de la sociedad nos rechazan, sólo queremos demostrar que todavía somos útiles igual que ustedes los jóvenes”.
Pero las lágrimas se seguían conteniendo, Blanca evitaba que estas corrieran por su mejilla y es que la pregunta le causó dolor: -¿Tiene esposo? – No, lo perdí hace tres meses y no me diga esa palabra porque me siento mal, por favor”.
Así como ella, muchos ancianos se encuentran en una situación similar: sin familia, discriminados, rechazados y con muy pocas organizaciones e instituciones interesadas en cambiar la forma y el fondo del problema.
Sin embargo, la lucha la hacen ellos mismos: se han reunido en agrupaciones pertenecientes al sistema del Desarrollo Integral para la Familia, en las que desarrollan las facultades y aptitudes, esas que en estos momentos de sus vidas pocos les quieren reconocer y hacerlas efectivas.
“Necesitamos eventos para demostrar que somos un ejemplo de vida, yo he visto que por nuestra edad no se nos toma en cuenta, si se margina, si se rechaza en todos los aspectos”, concluye Blanca Hernández.
