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Exonerados

Sergio Sarmiento

“Cada quien insiste a toda costa en su inocencia, aunque esto signifique acusar al resto de la humanidad y al cielo.”

Albert Camus

Los medios de comunicación han desempeñado un papel muy importante en la transformación de México en estos últimos años, ya que han tenido el valor de denunciar irregularidades en gobiernos de cualquier partido. Hay casos, sin embargo, en que los medios se han equivocado o se han dejado llevar por acusaciones de terceros. Y no han tenido el valor de reconocer su error.

Son varios los casos en que esto ha ocurrido. Uno que me viene a la mente es el de Eduardo Fernández, ex presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. En la vorágine surgida del escándalo por el caso Amigos de Fox, a Fernández se le acusó de haber filtrado información sobre las cuentas de esta organización.

Los cargos formales que se le hicieron fueron por ejercicio indebido de una función pública y por violación al secreto bancario. En los medios se añadió la acusación de lavado de dinero.

Al final el juez responsable desechó los cargos por falta de pruebas. Pero los medios que le habían dado una posición de privilegio a las acusaciones, omitieron o apenas mencionaron la exoneración final. Un caso más reciente es el de Antonio Meza, quien fue director de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito (Conaliteg) en el sexenio pasado y actualmente es cónsul general de nuestro país en la ciudad estadounidense de Detroit. Meza fue acusado en 2001 de haber cometido una serie de irregularidades financieras a su paso por la Comisión. Se argumentó, en particular, que había permitido que algunas empresas facturaran libros por arriba del precio de mercado.

Algunos medios llegaron afirmar que el desfalco de Meza ascendía a tres mil millones de pesos. Con el paso del tiempo las cifras se fueron moderando. Cuando finalmente se llevó a cabo una auditoría, la 067/02 en el año 2002, se determinaron observaciones por supuestos pagos superiores al precio de mercado por un total de 367.9 millones de pesos. A veces el caso se apagaba. Pero de manera intermitente reaparecía en los medios de comunicación y en los círculos políticos.

Todavía este pasado 16 de enero —sí, en 2004— el senador panista, Adalberto Madero Quiroga, presidente de la Comisión de Biblioteca y Asuntos Editoriales del Senado, solicitó la destitución del cónsul. ¿Por qué un panista pedía el cese de un diplomático nombrado por el Gobierno panista de Vicente Fox? Quizá por el hecho de que Antonio Meza es originalmente priista y de hecho trabajó como secretario particular de Ernesto Zedillo cuando éste era secretario de Educación. Cuatro días después de esta petición, sin embargo, la Secretaría de la Función Pública -sucesora de la Contraloría- emitió un comunicado en el que señaló que las observaciones por 367.9 millones de pesos sobre las cuales se había centrado la auditoría, habían resultado definitivamente “improcedentes”.

La razón de esta improcedencia es muy sencilla. Las observaciones originales compararon los precios a los que se pagaron los libros en cuestión con los que prevalecían no en el momento de las adquisiciones sino en el de la auditoría. El precio del papel en el momento de las compras, sin embargo, era mayor al que hubo años después cuando se realizó la auditoría. Los medios que habían señalado de manera muy destacada el fraude en la Comisión de Libros de Texto le dieron ahora un espacio muy pequeño a la exoneración o incluso la omitieron. Siempre es más fácil atacar a un político de corrupto que reconocer que la acusación no tuvo fundamento.

Yo entiendo que para quienes nos dedicamos al periodismo siempre es mejor señalar a los funcionarios públicos como corruptos. De esta manera aumentamos nuestro público, pero además nos creamos reputación de valientes. Más valeroso, sin embargo, sería reconocer nuestras equivocaciones. Y si bien yo no puedo poner la mano en el fuego por nadie, es de simple justicia aceptar que personajes como Eduardo Fernández o Antonio Meza, que fueron objeto de acusaciones que afectaron su reputación y su vida personal, han sido finalmente exonerados por las instancias que examinaron sus casos.

“LA BARTOLO”

Este domingo primero de febrero celebra 40 años la escuela Manuel Bartolomé Cossío, la primera escuela activa de México. Fundada por el refugiado español, José Tapia e inspirada por la tradición del Instituto de Enseñanza Libre de Francisco Giner de los Ríos y el propio Manuel Bartolomé Cossío, así como por la filosofía de Célestin Freinet, “La Bartolo” ha defendido siempre la necesidad de educar en libertad. A 40 años de distancia la apuesta del maestro Pepe, continuada por su viuda, la maestra Chela, ha resultado un éxito académico y sobre todo, humano.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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