Yo no sabré mucho de deportes (nada en realidad, según mis amigos y mi hijo). No obstante, me queda clarísimo que la participación de la delegación mexicana en las Olimpiadas fue un fiasco; salvo excepciones que protagonizaron en su mayoría mujeres (fanfarrias). Y dado que las y los atletas que compitieron fueron representando al país al que también pertenezco y que su participación es decidida y organizada por funcionarios que cobran su sueldo de mis impuestos, exijo explicaciones.
¿Nuestra raza no está dotada para el deporte?, ¿nuestros genes nos predeterminan como perdedores?, ¿nuestra estructura biológica nos inhabilita para competir? Si la respuesta es un rotundo No, entonces quiero que me expliquen porqué en general se hizo el ridículo.
Es un asunto de economía y desarrollo y progreso, dicen unos. No es gratuito, explican, que los países más industrializados ocupen los primeros sitios en los medalleros olímpicos. Ahí está, por ejemplo, Estados Unidos, China, Alemania, Rusia. ¡Ah!, bien. ¿Y entonces por qué tienen más medallas países como Ucrania o Rumania?, ¿por qué ganan más medallas países con indignantes niveles de subdesarrollo como Etiopía y Kenia? Por fin, ¿es cuestión de desarrollo o no?
Hasta donde leí, estamos considerados como la cuarta potencia deportiva de Latinoamérica después de Cuba, Brasil y Argentina. Y no sé ustedes, pero tuve la impresión de que estamos muy lejos del nivel competitivo que tienen esos países. Si se trata de desarrollo económico, explíquenme cómo es que Cuba lleva el liderazgo deportivo en América Latina y el Caribe.
Es cuestión de actitud, dicen otros. Los mexicanos, afirman, tenemos una actitud derrotista. ¿En serio?, ¿todos o no’más los deportistas?, ¿nadie se salva de la epidemia?, ¿y quienes han ganado medallas en los últimos años? Son seres excepcionales, me cuentan; tanto, que en su mayoría eran pobres y con su esfuerzo personal lograron llegar a ser los mejores. ¿¡Cómo?! ¿Entre aquellas personas a quienes la vida les ha dado motivos para sentirse permanentemente derrotadas, hay muchas que en algún momento alcanzaron medallas?, ¿cómo se vacunaron de la epidemia derrotista?
¿Y las mujeres mexicanas?, ¿estamos hechas de otra pasta? Digo, porque me parece digno de atención que las medallas las hayan ganado las mujeres, excepción hecha, en el momento en que escribo, del medallista en Tae Kwan Do y también me parece digno de atención que hayan sido las mujeres quienes, en conjunto, lograron los mejores resultados. ¿Cómo nos salvamos de la contaminación derrotista? Y que conste que de entrada para ser mujer deportista hay que aprender a nadar contracorriente, hay que superar los prejuicios machistas, en sus casas, en la sociedad, en las estructuras deportivas; hay que probar ser mil veces extraordinaria para recibir apoyos económicos y muchas veces, conformarse con que ese dinero sea menor al que reciben los varones con iguales o menores méritos. ¿Qué pasa entonces?
No creo que el asunto cultural sea determinante y en todo caso, si así fuera, derrota, tras derrota no hacen sino alimentar ese sentimiento, asunto que debería considerarse de prioritario interés nacional, porque ¿qué clase de país forjamos si nos asumimos como eternos perdedores?
Me parece que la lupa hay que ponerla en las dependencias encargadas de promover (¿?) y (des) organizar el deporte en nuestro país. Hasta donde me cuentan mis amigos, las dependencias responsables se rigen por mafias. ¿Qué no hay manera de poner orden?, ¿por qué nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato?, ¿cómo es posible que muchas y muchos de los atletas que ganaron ahora o han ganado antes medallas lo hayan hecho no con la ayuda, sino a pesar de las organizaciones encargadas precisamente de fomentar el deporte de alto rendimiento?
¿Cómo es posible que la delegación mexicana haya sido una de las más numerosas del mundo, si de antemano el pronóstico era sólo de tres a siete medallas? ¡¿Cómo es posible que menos de la mitad de esa delegación haya estado conformada por deportistas?! ¿Cuánto nos costó el paseíto a Grecia de funcionarios, directivos y personas que perfectamente podían haberse quedado en sus casas a ver las Olimpiadas? ¿Cuánto nos costó haber llevado a deportistas que no tenían ninguna posibilidad de figurar entre los diez primeros mejores? ¿Cuánto gana el del Comité Olímpico Nacional? Porque ya sabemos que el del Consejo Nacional del Deporte, Nelson Vargas, gana más de 200 mil pesos al mes ¿No son muchas dos instituciones de las cuales no hacemos una?
Yo no sabré nada de deportes, pero en virtud de que con mis impuestos se financió el viajecito a Atenas, exijo explicaciones. ¿Usted no?
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