Londres, (EFE).- El misterio de los rostros y cómo ha sido capturado por los
artistas a lo largo de la historia es el motivo de una muestra que inaugura la Galería Nacional de Londres, con cuadros de maestros como Goya, Rembrandt y Hogarth.
"Making Faces" es la tercera exposición de una serie de cuatro dedicadas a aspectos concretos de la pintura, como la luz y la idea del paraíso ("Light" y "Paradise", inauguradas en 2003) y la naturaleza muerta ("The Stuff of Life"), que se presentará el año próximo.
La exposición de rostros, que contiene veintisiete obras procedentes de la propia Galería Nacional y de museos de las ciudades inglesas de Bristol y Newscastle, explora las diferentes perspectivas con que puede abordarse un retrato, y las "verdades y mentiras" que a veces contienen.
"¿Qué es más verdadero, la idealización de un rostro o el retrato de sus imperfecciones?", plantea la exposición.
"El retrato debe contener algún tipo de parecido con el modelo -comenta el comisario de la muestra, Alexander Sturgis-, pero eso puede conseguirse por diversos caminos, el realismo, la caricatura, la idealización..."
Hay artistas que prefieren retratar hasta la última arruga, mientras que otros, como Frank Auerbach, captan la esencia a través del color o la forma.
Destacan en esta pequeña muestra, que apenas ocupa una sala del museo londinense, el retrato que Francisco de Goya hizo de la dama madrileña "Doña Isabel de Porcel" en 1805, una señora con mantilla cuya vivacidad traspasa su estática pose.
El rostro puede representarse de perfil, como demuestra "La dama de rojo", pintada en el siglo XV por un artista desconocido siguiendo la tradición italiana, o de frente, como un retrato de "Napoleón" del siglo XIX, que presenta al emperador como un ícono de poder.
Andy Warhol prefería manipular fotografías y convertirlas en favorecedores retratos de sus queridos famosos, como el de Joan Collins, de 1985, presente en esta muestra.
Captar un destello de expresión, la instantánea de una sonrisa, no es tarea fácil para el pintor. Una de las obras que mejor captan ese gesto espontáneo es "Shrimp Girl" (1740-5), de William Hogarth, una sonriente recogedora de gambas que el artista inmortalizó con pincel ágil y trazo fluido.
Y junto a la expresión viene la emoción, uno de los mayores retos para los creadores, que llegó a obsesionar a los pintores del XVII.
Además de imágenes religiosas, "Making Faces" muestra "La fiesta de Belshazzar" (1635), de Rembrandt van Rijn, un gran retrato de grupo en el que destaca la cara de terror del rey de Babilonia, que ve cómo una mano fantasma escribe en la pared un mensaje que augura el final de su vida y su reinado.