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EZLN: los verdaderos triunfos

Federico Reyes Heroles

Para Ricardo Rocha,

por nuestro encuentro chiapaneco

Perder ganando, ese contrasentido marca al EZLN. Cómo explicarlo. Primero de enero del 94, un grupo de alzados ataca cuarteles y declara la guerra al Ejército Mexicano. Nadie sabe quiénes son ni qué quieren. Todo parece absurdo, la etapa de los movimientos guerrilleros había quedado atrás. Pero en éste hay un contenido nuevo: la hiriente realidad indígena. La globalización informativa hace de inmediato acto de presencia. No es exagerado decir que en cuestión de horas en el mundo se habla ya del sureño estado de Chiapas y del horror que allí es vida cotidiana. Primer gran triunfo del EZLN y de Marcos. Los días de fiesta por el ingreso de México al TLCAN se ven necesariamente opacados. México es también esa realidad de ignominia.

Es claro que las balas nada arreglarían. El gobierno se ve obligado a entablar negociaciones de inmediato. Otro triunfo más que simbólico. Mientras tanto hordas de reporteros de todo el mundo transmiten las escenas de mujeres y niños con los rostros cubiertos y miradas desesperanzadas. Desnutridos, descalzos, enfermos, harapientos. La información social recorre todo el mundo: miseria, injusticia, racismo de siglos. Otro gran triunfo, quizá el más importante, la razón les asiste. Se equivocaron en la forma violenta, pero el motivo es humanamente indiscutible.

Los aliados de la causa surgen en todas las latitudes. Para comenzar el poderoso y sibilino obispo con su extensa red.

Después las izquierdas arrinconadas en un mundo en que las economías centrales han casi desaparecido, un mundo en el que el código democrático ha ridiculizado el carácter autoritario cuando no dictatorial de los regímenes surgidos del paradigma marxista- leninista. Allá, en el remoto Chiapas, surge a destiempo un movimiento que recuerda por supuesto a los héroes revolucionarios, Fidel, el Che. Muchos corazones de izquierda laten de nuevo. Otro triunfo.

Revive así un romanticismo que andaba disperso y alicaído.

Chiapas les permite reunirse, poner el dedo en la llaga, miren señores corifeos de la globalización, ¿es éste el mundo que nos prometen? El EZ se convierte en un contrapunto muy útil en la discusión de la última década. En pocas semanas el subcomandante Marcos y el obispo Samuel Ruiz y cientos de rostros cubiertos lograron sacudir la conciencia del mundo, no es exageración. La injusticia y el derecho a la diferencia quedan en el centro del debate. Se trata de un triunfo enorme. Han conquistado a la opinión pública nacional e internacional. Las consecuencias inmediatas tampoco son despreciables: se exhibe una de las facetas más abominables del priismo autoritario: el caciquismo, la corrupción en sus expresiones más brutales, la degradación humana que va del maltrato al derecho a la pernada. Todo eso en un estado que fungía como la reserva de votos. ¿En cuánto contribuyó el EZ al avance de una opinión pública crítica? Hoy el país es otro. El PRI perdió la presidencia de la República. A Chiapas lo gobierna una coalición de centro izquierda. El discurso sobre las diferencias culturales es un referente obligado. El EZ ha marchado hasta la capital, ha llenado el Zócalo, ha hablado desde la tribuna del Legislativo, ha obligado a tres presidentes a comprometerse con la causa indígena, ha propiciado que todos los foros académicos y en los medios se abran espacios y se discutan los temas que ellos impusieron en la agenda. Es una larga lista de triunfos. Y sin embargo aquí estamos una década después con la sensación de que han sido derrotados. ¿Por qué? Quizá lo primero sea el protagonismo. Marcos enterró a Marcos. El individuo que tuvo el arrojo para encabezar al movimiento, que mostró una gran destreza para montarse en las comunicaciones del nuevo siglo y explicar a los ajenos la realidad indígena, terminó ahogado en sus propias palabras. Lo tocó el poder al que tanto criticaba y la vanidad se le elevó a niveles patológicos. Un hombre que ha entregado su vida a una causa cuya nobleza es innegable cayó en lo que los cristianos consideran un pecado grave, la soberbia. Burlón, irrespetuoso Marcos no supo crecer a la altura que el debate por el desatado demandaba. Se ha mofado de todos, de los partidos, del Legislativo, del Judicial de los gobernadores, de los presidentes, de los intelectuales, de la sociedad, de los medios y al final se ha quedado solo. Sus triunfos objetivos, y la Ley de Derechos y Cultura de los Pueblos Indígenas es uno de ellos, se empequeñecen por una incontinencia jocosa típica de niño mal criado. Ese no puede ser el interlocutor nacional de un asunto tan delicado.

Otro enemigo poderosísimo del EZ fue su conservadurismo atroz. Puede sonar absurdo pero en el discurso zapatista había un profundo deseo de perpetuar e incluso extender la realidad indígena. Afloró así un sentimiento de superioridad ética. Allí están las interminables parrafadas encomiando una visión del mundo, la indígena, repleta de sabiduría inaccesible para el resto de los mortales. El discurso zapatista carecía de un mínimo de sentido autocrítico. El problema es cómo explicar desde allí la terrible intolerancia inter e intracomunitaria. Qué decir del sojuzgamiento de la mujer o de la franca ignorancia que quiere presentarse como conocimiento destilado. El discurso del EZ es una muestra de vanidad sin límite, jamás admitió que parte de los problemas de esas comunidades nace de una cultura en la cual los derechos individuales básicos son atropellados sistemáticamente.

Eso no es ni romántico ni políticamente correcto, pero si muy real.

Lo que pareció en un inicio ser la avanzada, lo progresista, lentamente se desnudó en algo muy diferente. El EZ o Marcos no traían un conflicto con el autoritarismo priista porque igual siguen hablando del “mal gobierno” con Fox y la coalición de centro-izquierda que los gobierna. Nada se salva. El EZ esta cruzado por un ánimo de destrucción de la autoridad, de anarquismo, para decirlo llanamente. Por eso salieron en defensa de la ETA, por eso Marcos guardó silencio frente al reto que le lanzó el juez Baltazar Garzón. Cómo explicar que después de tantos triunfos objetivos hoy el EZ esté sumido en el desprestigio y amenazado por el olvido. La explicación es una y muy dolorosa: no es una organización democrática sino de caudillos; no creen en los derechos individuales sino por lo contrario, en perpetuar sus formas autoritarias de convivencia comunitaria; son profundamente intolerantes de la diversidad comenzando por la religiosa; no querían democratizar al estado sino acabar con él y, finalmente, si creen en la vía violenta.

Por eso no pueden ganar, porque sus verdaderos triunfos eran otros.

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