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Feminicidios Impunes

Juan de la Borbolla R.

Si a esa circunstancia le agregamos el hecho de que la muerte violenta sea perpetrada en contra de una mujer, o más aún, en contra de una serie de mujeres, la gravedad implícita parece tornarse cada vez peor y si a todo ello le aderezamos el hecho de que el o los asesinos sigan actuando impunemente, bien pudiéramos concluir que ese homicidio múltiple adquiere visos de crimen de lesa humanidad.

Cualquier asesinato con premeditación alevosía y ventaja es en sí mismo delito aborrecible, primeramente por el hecho de la privación de una vida humana y la injusticia implícita que eso conlleva, pero además por la desproporción con la que actúa el asesino respecto de la víctima al contar con esas ventajas en su acción homicida.

Si a esa circunstancia le agregamos el hecho de que la muerte violenta sea perpetrada en contra de una mujer, o más aún, en contra de una serie de mujeres, la gravedad implícita parece tornarse cada vez peor y si a todo ello le aderezamos el hecho de que el o los asesinos sigan actuando impunemente, bien pudiéramos concluir que ese homicidio múltiple adquiere visos de crimen de lesa humanidad.

Por ello es que resultan a todas luces lógicas las protestas que desde muy diversas partes, se han venido haciendo desde hace meses, exigiéndoles a las autoridades municipales de Ciudad Juárez, a las estatales de Chihuahua y a las federales, el esclarecimiento de tantos y tantos crímenes sucedidos en aquella ciudad fronteriza, donde las víctimas siempre han sido mujeres: generalmente jóvenes, generalmente solas, muchas de las cuales migrantes desde otras latitudes hacia Ciudad Juárez, en búsqueda de oportunidades de desarrollo mejores que las que tenían en las poblaciones de procedencia.

Las autoridades policíacas de los tres niveles de Gobierno se han mostrado ineficientes para detener ese feminicidio chihuahuense por lo que el Gobierno Federal inclusive ha creado figuras especiales con vistas a tratar de desenredar esa maraña que tiene ya implicaciones internacionales por la participación en su denuncia y exigencia de esclarecimiento, de muchas organizaciones mundiales de defensa de los derechos humanos.

En el Distrito Federal se está dando desde dos años otro serial de asesinatos de mujeres, que sin embargo no han suscitado políticamente las mismas reacciones que los aberrantes homicidios de Ciudad Juárez. En el caso capitalino, se puede decir que la aberración o la injusticia es si cabe, aún mayor, dado que los 20 homicidios consignados, son de damas cuando menos sexagenarias, a las cuales se les roban sus muchas o pocas pertenencias y después se les asesina impunemente dentro de su propio hogar.

Con su habilidad característica para esquivar problemas reales y atribuirlos a complós (sic) el jefe de Gobierno capitalino y sobre todo su eficaz (sic) procurador, el maestro (sic) Bátiz han mostrado rotundamente su incapacidad para dilucidar este terrible problema de inseguridad.

La suegra de un querido amigo fue una de esas veinte señoras de la tercera edad que murieron dentro de su propia casa, víctima de ese quizá asesino serial; de ello hace ya dos años, largo tiempo en el cual la autoridad correspondiente (que no responsable, porque ya se ve que no responde) no ha podido resolver absolutamente nada al respecto, mientras el asesino sigue haciendo de las suyas. Sólo que ahí las agrupaciones izquierdistas promotoras de la defensa de ciertos derechos humanos no hacen el ruido que merecieran estos asesinatos incalificables.

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