MÉXICO, DF.- Nada absolutamente podía contener la alegría desbordada entre jugadores y seguidores de Pumas. Y lo mismo se pasaba de las lágrimas de satisfacción de Hugo Sánchez, técnico de los Pumas, en la cancha, a los interminables cánticos de los aficionados en las tribunas.
Todo en el Estadio Olímpico Universitario era parte de un festejo que más tarde se trasladaría a las calles de la ciudad y culminaría, finalmente, con una manifestación multitudinaria en los alrededores del Ángel de la Independencia.
"Ahora hay que disfrutar, entregarse al festejo y vivir este instante de manera plena, porque esto será inolvidable para cada uno de los integrantes de Pumas y también para la afición que ha sido tan fiel y que nos ha seguido a todas partes", decía Hugo Sánchez, con voz entrecortada, mientras agradecía el apoyo de las porras y de todos los seguidores de los Pumas.
Y es que el timonel trataba de pasar desapercibido, pero resultaba imposible entre una multitud que reclamaba su presencia.
Y a pesar de ello, Hugo cumplió su promesa y no acudió a la entrega de trofeos, aunque minutos más tarde sus muchachos le harían llegar la Copa de Campeón.
"No tenía ninguna duda de que Pumas se coronaría", decía Hugo entre una multitud que le impedía caminar para unirse al festejo de sus pupilos, borrachos todos ellos por la felicidad del triunfo.
"Ganar un título como entrenador es una experiencia nueva que espero se repita muchas veces".
Y la ambición de Hugo era compartida por el presidente del club, Aarón Padilla, quien comprometía la conquista del bicampeonato.
"Este título es producto del trabajo, la entrega y la pasión del grupo; ahora vamos por el bicampeonato", manifestaba Padilla ante la complacencia del entrenador.
Y entre los jugadores privaba el sentimiento del deber cumplido, pero también el compromiso de ir en busca de más, de replantear objetivos y, de manera solidaria con esa fanaticada incondicional, buscar, ¿por qué no?, el bicampeonato.
