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Festejan miles el Año Nuevo en Francia

EFE

PARÍS, FRANCIA.- Los Campos Elíseos acogieron ayer en un hecho sin precedentes, el desfile del Año Nuevo chino, con más de 50 carrozas y mil 500 figurantes, en un preludio de la visita, con bombo y platillo, del presidente de China, Hu Jintao, a Francia.

Unas 200 mil personas, según estimaciones de la policía, se agolparon en la emblemática avenida de París para tratar de ver el colorido y espectacular desfile, abierto por un gigantesco pez rojo, entre la Plaza de Etoile y el “Rond Point” (rotonda) de los Campos Elíseos.

Cientos de tambores acompañaron el lanzamiento de la parada, cuyo plato fuerte era un inmenso dragón ondulante, de 50 metros, con un caparazón constituido por paraguas accionados por casi 200 personas.

Además del pez y de cientos de acróbatas, bailarines y actores, la alcaldía de Pekín envió otras tres carrozas que representan hitos de la Ciudad Prohibida como el Templo del Cielo y el puente Dorado de la Amistad y las máscaras de la famosa Ópera de la ciudad.

El desfile, el primero dedicado a una cultura extranjera que recorre los Campos Elíseos, fue presenciado por los alcaldes de Pekín, Wang Qishan y de París, Bertrand Delanoe y el ministro chino de Cultura, Sun Jiazheng.

Unas horas antes, un centenar de personas se manifestaron cerca del Centro Pompidou para denunciar las violaciones de los derechos humanos en China.

Unos 20 oradores arremetieron contra la represión de los disidentes –“liberad a los condenados de Tiananmen”-, la pena de muerte, la tortura o la ocupación de Tíbet por China, y se quejaron de no haber sido autorizados a participar en el desfile.

A los 800 artistas enviados por Pekín para el desfile se sumaron más de seis mil 500 miembros de la comunidad china de París y sus alrededores, unidos en este espectáculo grandioso para dar la bienvenida al año del mono, que comenzó, en realidad, hace dos días.

El evento, que incluyó farolillos, cometas y confetis, ha costado 480 mil euros, de ellos 210 mil aportados por la Alcaldía de París, impulsora de la iniciativa.

La fiesta se trasladó por la noche a la Torre Eiffel, que se vistió de rojo, símbolo en China de felicidad y suerte.

La Torre permaneció bañada en rojo, gracias a un sofisticado juego de proyectores, todas las noches hasta el día 29, cuando concluirán las celebraciones del Nuevo Año y finalizará la visita, de cuatro días, del presidente Hu Jintao a Francia.

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