MÉXICO, DF.- En Seúl 1988 Florence Griffith fue la "Reina de la Pista". De familia pobre y numerosa, la llamada "Gacela Negra" se convirtió en la mujer más rápida del mundo.
Nació en Los Ángeles, el 21 de diciembre de 1959. Siempre le gustó el deporte, lo practicaba, pero las circunstancias económicas provocaron que a los 20 abandonara momentáneamente el atletismo para sostener a sus hermanos.
Es entonces cuando Bob Kersee, su entrenador, le consigue una beca para estudiar en la Universidad de California en Los Ángeles. A partir de este momento comienza a batir marcas.
En Los Ángeles 1984 saborea el metal olímpico: plata en los 200 metros.
Sigue entrenando y en 1987, mientras se prepara para los Juegos de Seúl, bate la marca en los 100 metros.
Es en esta época cuando, siguiendo las recomendaciones de Ben Johnson, se somete a un estricto programa de pesas para incrementar su volumen corporal, lo que da pie a infinidad de sospechas.
A los 28 años, en Seúl, rompió los moldes establecidos, consiguiendo cuatro medallas: en los 100 metros, donde los tres primeros lugares bajaron de 11 segundos, Griffith mejoró las marcas mundial y olímpica con un tiempo de 10.54 segundos.
También obtuvo el oro en los 200 metros planos, superando el récord del mundo y consiguió su tercera medalla de oro en el relevo 4x100. Plata en 4x400. Incluida en el antidoping ese 1988, le bella velocista salió limpia.
Florence Griffith-Joyner fue también poeta, diseñadora, actriz, modelo y madre. Escribió inclusive algunos libros para niños.
Su nombre real fue Delorez Florence Griffith y era la séptima de once hermanos. Comenzó a correr a los siete años y a los 14 ganó el Jesse Owens National Youth Games.
En 1989 abandona las competencias.
Flo-Jo ganó el premio Sullivan a la mejor atleta amateur y el premio a la Mejor Deportista en 1988. Se casó con Al Joyner, quien competía en salto triple. Tuvo una hija en 1991 y a partir de ese momento se dedicó a hacer campañas a favor del deporte; colaboró con el Consejo de Educación Física y Deporte de su país, utilizando su imagen para convencer a niños y adolescentes de cuidar su salud.
Personalidad y carisma, siempre corría arreglada: peinado, maquillaje, joyas y uñas largas con perfecto manicure. Fue patrocinada por marcas como Nike, deportiva y Victoria?s Secret, de lencería.
Intentó regresar en 1996, pero no lo consiguió a causa de una lesión en el tendón de Aquiles.
Una noche, el 21 de septiembre de 1998, murió durante el sueño en su residencia de Mission Viejo, California, a causa de un ataque de asma. La muerte, súbita, se asoció de inmediato al consumo de sustancias prohibidas.
Corrieron muchas versiones, desde el informe forense que dictaminó la causa de deceso relacionada con la ingesta de fármacos, hasta una apoplejía cerebral. Los familiares guardaron silencio.
Los restos de la plusmarquista recibieron sepultura en medio del dolor, la indignación y la admiración de cientos de personas que asistieron al sepelio.
La bandera olímpica de Estados Unidos, ramos de flores y varias ilustraciones enmarcadas acompañaron al féretro durante las dos horas que duró el acto, en el recinto religioso de Saddleback Community Church.
Más de mil 500 personas, entre ellas las más altas personalidades del deporte estadounidense, asistieron a las exequias.
Florence Griffith convertía la pista de atletismo en una pasarela donde desfilaba, bella, a velocidad de vértigo. Quedará como parte de su testamento esa su imagen corriendo victoriosa en Seúl, para después ondear la bandera estadounidense en el perfecto sueño americano vuelto realidad. Una de sus frases célebres fue: "No se fracasa hasta que no se deja de intentar".
Recuerdos de una reina.
"Lo que de ella se dice son sólo mentiras que buscan hacer el mal. Florence dio siempre negativo en todos los controles antidoping. No importa lo que los periodistas sospechen", dijo Bobby Kersee, su ex entrenador, quien agregó: "Ahora Florence entrena bajo el cobijo de Dios".