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Foul y cuenta

Miércoles 22 de septiembre de 2004, Algodoneros de la Comarca recibía a los Lobos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, y en juego increíble, los visitantes sacaban un triunfo dramático; un error mental de Samuel Reyes fue determinante, al cometer falta sobre Willy Pagán, cuando el de Puerto Rico hacía bueno un disparo de tres puntos.

En esa ocasión varios aficionados se acercaron a comentarnos sobre el trabajo de Óscar Murillo al frente de la nave algodonera; la derrota caló hondo entre los verdaderos aficionados porque fue un juego que el visitante sacó de la bolsa al equipo de casa.

Sábado nueve de octubre de 2004, ahora el visitante al Auditorio Municipal eran los Correcaminos de la UAT Ciudad Victoria, que también de última hora lograron un apretado triunfo sobre los Algodoneros. Jorge Serrano había sido suspendido un partido por aquella bronca frente a Antoine Broxie de Correcaminos Matamoros, y Óscar Murillo en apariencia no tenía movedor para ese encuentro.

La elección del coach local fue Alan Rubio, jugador de escasos 18 años de edad, carente de experiencia y falto de la fortaleza física que se requiere para participar en la Liga Nacional de Baloncesto. Rubio jugó gran parte de aquel partido y al llegar la derrota, los señalamientos al coach local no se hicieron esperar. Se habló entonces de favoritismos por tener Rubio relación con una hija de Óscar Murillo.

Viernes cinco de noviembre de 2004, Algodoneros de la Comarca recibe a Barreteros de Zacatecas en el tercer juego de play off; Samuel Reyes participa en los minutos finales, pero su estancia en la cancha resulta definitiva para su equipo. El jugador pasa de ser héroe a villano de la película, al anotar una oportunísima canasta de tres puntos, pero poco después, con reclamos airados al silbante, provoca un foul técnico que Zacatecas aprovecha a la perfección; la molestia de los aficionados vuelve a aparecer, ahora acompañada de tristeza, ante la eliminación del equipo lagunero.

Muchos comentarios recibimos sobre el trabajo de Óscar Murillo y Samuel Reyes, jóvenes elementos que buscan abrirse camino en la difícil pero hermosa profesión del basquetbol, uno como coach y el otro en calidad de jugador. Aquí se ha señalado en varias ocasiones que Algodoneros de la Comarca carecía de una banca confiable, donde los únicos elementos capaces de responder a la presión de la LNBP, eran Arturo Velazco, Eric Hare y Víctor Méndez. Lamentablemente, el paso del tiempo hizo válida esta aseveración.

En repetidas ocasiones se analizaron las decisiones de Óscar Murillo con gente que sabe de basquetbol, entre ellos Eduardo Ganem Pérez, presidente de la organización. Un jugador de la vieja guardia se percataba, el pasado viernes, de los problemas de Algodoneros frente a Zacatecas, porque Rafael ?Caballo? Heredia, coach visitante, jugaba con defensa de zona, mientras el equipo de casa atacaba con sistema contra personal. Este viejo aficionado comparaba el hecho con lo que sucedía a los Dorados de Chihuahua, aquellos de Raúl Palma, Fernando Tiscareño, Carlos Quintanar, Jorge ?Flecha? Zaragoza, Óscar Asiáin y Jesús García, entre otros.

Para aquella quinteta, muchas veces campeona nacional, la defensa de zona era veneno y gracias a ese sistema los Dorados perdieron muchos partidos importantes, sin que la situación demeritara su grandeza. Ahora Rafael Heredia aplicó aquella antigua receta, y no sólo dificultó el accionar ofensivo de Algodoneros, sino que permitió a Zacatecas recuperar muchos balones para prácticamente hacer polvo al equipo local abajo del tablero.

Al medio tiempo del partido, el mismo jugador de la vieja guardia decía que siempre era mejor que dos defensores marcaran a un mismo atacante abajo del aro, para obligar a la ofensiva a sacar la pelota y propiciar un tiro de media o larga distancia. El señalamiento de esta persona demuestra que el basquetbol, a pesar de que ha cambiado en muchas de sus reglas, mantiene intacta su esencia.

En lo personal, no creemos que Óscar Murillo haya elegido a Alan Rubio contra Ciudad Victoria por la relación familiar, y si se cometieron errores en la dirección, todo es producto de la inexperiencia como entrenador en jefe de una liga de alto nivel competitivo. Murillo se inició como auxiliar en Algodoneros y tuvo una aventura positiva con el equipo de Morelia, en donde, al igual que en este año, seguramente ha sacado valiosas experiencias si es que piensa seguir en esta profesión.

Lo mismo sucede con Samuel Reyes, jugador clave con el equipo de Peñoles en la Liga Empresarial. Ayer, en plática con un árbitro local, éste comentaba el accionar de Samuel en el último encuentro de Algodoneros, y dicho silbante señalaba la diferencia de jugar en un circuito amateur y en la LNBP. Si el juez se equivocó al señalar, ese no es tema, pero la inexperiencia hizo que Samuel reclamara y así dio paso al foul técnico, que de no haber existido habría dejado la puerta abierta para el triunfo de Algodoneros.

Hoy, la realidad es que el equipo de la Comarca está fuera de la pelea; en breve se hará un análisis detallado de la actuación en 2004, pero mientras, sólo queda esperar que la gente nueva de La Laguna aproveche las experiencias que hoy pueden ser dolorosas, pero en breve muy valiosas.

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