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MÉXICO, DF.- Con un breve pero potente concierto, la joven banda escocesa de indie pop Franz Ferdinand hizo cimbrar a miles de admiradores mexicanos que se dieron cita en el Teatro Metropolitan de esta ciudad, donde se presentó como parte de su primera gira por el nuevo continente.
Originarios de la ciudad de Glasgow, Escocia, el grupo que con sólo un disco editado ha impactado en la escena musical, no permitió en su primera visita a este país que el público permaneciera sentado en sus lugares un solo instante, ya que lo mantuvo de pie a lo largo de casi hora y media que duró su presentación.
La agrupación que tomara su nombre del archiduque austrohúngaro cuyo asesinato provocó la I Guerra Mundial y cuya formación se dio apenas en 2001, contagió con su energía, vitalidad y ritmo a los mexicanos que gozaron con los rápidos y agresivos guitarrazos, la potente batería y el grave pero melódico bajo del combo.
Alexander Kapranos y Robert Hardy, guitarra y voz respectivamente, quienes en sus inicios comenzaron a componer juntos hasta que conocieron al guitarrista Nicolas McCarthy y al baterista Paul Thompson, fueron la víspera sobre el escenario breves, veloces, carismáticos y ruidosos.
Un par de horas antes de que la banda cuyo sonido remite a grupos como Blur, Talking Heads, Duran Duran, The Fall o Joy Division saliera al escenario, en las fuera del Metropólitan cientos de jóvenes deambulaban por el lugar en busca de un preciado boleto que les permitiera el acceso, situación que los revendedores aprovecharon para cotizar las entradas hasta en mil 400 pesos, dependiendo de la zona.
Adentro, el aroma de las dulces fragancias de las "niñas acomodadas" se confundió con el olor del cigarro y la cerveza que otros consumieron, en el escenario, una gran manta blanca evitó saber cómo se preparaban los Ferdinand antes de comenzar su espectáculo.
Como cada noche de concierto en ese foro, la oscuridad total anunció la salida de los escoceses, quienes comenzaron con su breve Cheating and You, para seguir después con Tell her Tonight, ambas de su primer disco de nombre homónimo.
Las luces moradas, verdes y azules proyectadas sobre el público, apenas dejaron ver en el fondo las letras que anunciaban el nombre de la agrupación, escritas de la misma forma que aparecen en la portada de su placa discográfica, pero eso no importo y McCarthy subió sobre un pequeño estrado para colocarse frente al sintetizador y producir las notas suaves de Auf Achse.
Envueltos por el ruido de los altavoces en conjunción con el frenético clamor de la audiencia, Franz Ferdinand continuó con Jacqueline y That was Easy.
Sin embargo, los momentos de verdadero frenesí llegaron cuando de la guitarra de Kapranos, salieron las primeras notas de Take me Out y All for You, Sophia, dos de los sencillos más promocionados en la radio mexicana y que les han puesto en el gusto de un gran número de jóvenes.
Love and Destroy, Come on Home, 40 FT y Darts of Pleasure terminaron con el primer bloque de canciones que la banda ganadora del Premio Mercury Prize 2004 como Mejor Grupo Debut, y del Q Awards por Mejor Video (Take me out) interpretaron entre los gritos, brincos y aplausos de la concurrencia.
Asimismo, la exigencia de los capitalinos que llenaron el Metropólitan no permitió que el grupo tardara mucho tiempo tras bambalinas y de inmediato los cuatro larguiruchos integrantes de Ferdinand aparecieron para interpretar Michael, seguida de Van Tango.
Al ritmo de las guitarras, los tres miembros que frente al publico tocaron guitarras y bajo, brincaban estirando sus flacas piernas, que lucieron enfundadas en ceñidos pantalones de color negro.
Shopping for Blood, Use Me y This Fire, concluyeron con la presentación de los escoceses, quienes juntos al frente del escenario agradecieron la simpatía del publico, al que le extendieron su mano para estrecharla.
Cuando la concurrencia comenzó a dejar vació el lugar, afuera los vendedores aprovechaban la euforia y ofrecían los "artículos del recuerdo", playeras desde 80 hasta 170 pesos, fotos en 20, tazas en 40 ó 50 o una sencilla pluma en diez pesos, mientras en los oídos de los jóvenes asistentes aún resonaba el energético sonido de guerra de los Ferdinand.
