AGENCIAS
RÍO DE JANEIRO, BRASIL.- Una fuga de 14 presos promovida por pistoleros ocasionó ayer un motín y una toma de rehenes 24 guardias y empleados en un centro de detención carioca, dijeron las autoridades.
Los detenidos se evadieron por el portón principal de la Casa de Custodia de Benfica, barrio del norte de Río de Janeiro, ayudados por un grupo de hombres que atacaron a los guardias con granadas y pistolas, según las versiones oficiales.
Las autoridades del centro penitenciario, que alberga a unos 900 hombres, informaron de que diez personas resultaron heridas: seis presos y cuatro agentes de la Policía Militar, que ocupaban las garitas frontales del edificio.
Los detenidos que no pudieron evadirse por la reacción de los policías; quemaron colchones, desarmaron a varios guardias y tomaron como rehenes a 26 personas.
Dos de ellas fueron liberadas horas después a cambio del suministro de atención en un hospital para los seis presos que resultaron heridos dentro del edificio durante el tiroteo.
La rebelión, que en principio fue atribuida a unos cien de los reclusos, es reivindicada por miembros del Comando Vermelho (Comando Rojo), una de las principales organizaciones criminales que actúan en los estados de Río de Janeiro y Sao Paulo.
Un portavoz de la Casa de Custodia de Benfica, inaugurada hace dos meses en medio del populoso y modesto barrio del mismo nombre, afirmó que la policía controla la situación y negocia con los sublevados, a pesar de las ruidosas protestas de familiares de los detenidos y vecinos.
El comandante de Policía de la Capital, coronel Fernando Belo, afirmó que los amotinados quieren garantías para la preservación de su integridad.
“A pesar de que los rehenes continúan en poder de los detenidos, la situación está bajo control”, enfatizó.
El motín comenzó poco después de que la policía reaccionase al asalto, hacia las 6.30 hora local. El tiroteo causó pánico en las calles del barrio Benfica y según testigos citados por la prensa local, los prófugos robaron por lo menos cuatro automóviles.
Los motines y fugas son comunes en las prisiones de Brasil, que han sido criticadas por grupos de derechos humanos por alojar a más presos de lo que permite su capacidad y por los presuntos abusos que allí se cometen.