La guerra y el terrorismo son los dos temas que Bush ha machacado día tras día en las últimas semanas.
WASHINGTON, (Reuters) - La presidencia de George W. Bush carecía de un rumbo definido hasta que los ataques del 11 de septiembre del 2001 le dieron un propósito. Su vigorosa respuesta, que a partir de la invasión de Irak concitó las críticas de muchos de sus aliados, definió finalmente su cruzada por la reelección.
Con dos guerras después de los ataques, Bush, de 58 años, enfrenta a un electorado muy dividido en su batalla por quedarse en la Casa Blanca frente al senador demócrata John Kerry.
Sin embargo, confía en que los estadounidenses verán en él a un mejor comandante en jefe debido, en buena medida, a su decisión de deshacerse de Saddam Hussein.
La guerra y el terrorismo son los dos temas que Bush ha machacado día tras día en las últimas semanas, después de ver como la ventaja en las encuestas se evaporó tras los tres debates presidenciales con Kerry.
Las malas noticias procedentes de Irak, ya sean los explosivos desaparecidos que pueden estar en manos de extremistas o las muertes más recientes y las decapitaciones, nunca le desanimaron y sólo parece haber aumentado los ataques personales contra Kerry.
Trayectoria
Bush es el primer hijo de presidente que llegó al poder desde que John Quincy Adams en 1825 siguió los pasos de su padre y se alojó en la Casa Blanca.
En sus primeros 45 años, Bush no fue visto con madera presidencial. Hasta ser electo gobernador de Texas en 1994, Bush era conocido como el hijo deslucido de su distinguido padre.
Como gobernador, Bush resultó ser cauteloso y pragmático, dispuesto a atravesar las líneas partidarias para construir alianzas con los demócratas.
Y fue en el 2000 cuando su carrera política tomó impulso, al resultar el candidato republicano que rompería dos mandatos demócratas consecutivos.
Pero la elección no fue fácil. Después de 36 días de recuento, Bush logró llegar al poder gracias a la decisión de la Corte Suprema de suspender el conteo y darle la victoria sobre el candidato demócrata Al Gore, en los comicios más reñidos en la historia de Estados Unidos.
Durante su mandato, los estadounidenses han visto a Bush en acción, pero no están del todo impresionados. El aplicó un recorte de impuestos, como lo prometió, pero más allá de eso, pareció estar a la deriva.
Los atentados con aviones contra el World Trade Center en Nueva York y el Pentágono, que dejaron unos 3.000 muertos, agarraron a Bush con la guarda baja. Su primera respuesta ante la matanda -"cazaremos y econtraremos a esa gente que cometió este acto"- fue muy criticada.
ENTRE EL BIEN Y EL MAL
El hijo mayor de George y Barbara Bush, George Walker Bush, nació en New Haven, Connecticut, en 1946.
Después de graduarse en la Universidad de Yale en historia, Bush trabajó en varias cosas, sin distinguirse en ninguna, hasta años después, cuando se convirtió en dueño parcial del equipo de beisbol de los Texas Rangers.
Durante la guerra de Vietnam, se enlistó en 1968 como piloto en la Texas Air National Guard, pero pasó la guerra en Estados Unidos.
Bush obtuvo una maestría de la Escuela de Negocios de Harvard en 1975. Dos años después se casó con Laura Welch, una bibliotecaria que desde ese entonces ha tenido una notable influencia en él. La pareja tiene dos hijas, Jenna y Barbara.
Después de los atentados del 11 de septiembre, para Bush el mundo se convirtió en algo muy simple: los estaban con Estados Unidos en su guerra contra el terrorismo y los que estaban en contra. Es decir, planteo una lucha entre el bien y el mal que le ha hecho ganar ardientes admiradores y amargos enemigos.
Un ferviente cristiano, Bush resaltó que la guerra contra el terrorismo no era una guerra contra el Islam, aunque enojó a los musulmanes al describir inicialmente la respuesta estadounidense a los ataques como una "cruzada".
Pero si bien dejó de usar esa palabra, sus actos siguieron en la misma línea. Así, tras catalogar a Irak, Irán y Corea del Norte como parte de un "eje del mal", Bush dio un giro a la política exterior estadounidense y anunció lo que llamó una estrategia preventiva: atacar a los enemigos antes de que se conviertan en una amenaza.
Lanzó en el 2001 una guerra en Afganistán, tras acusar a sus gobernantes del movimiento Talibán de cobijar al arquitecto de los atentados en Estados Unidos, Osama bin Laden, quien hasta ahora ha logrado escapar a los miles de soldados estadounidenses y británicos que lo persiguen.
Para colmo de males para Bush, un informe de los ataques realizado por una comisión bipartidista del Congreso sobre lo acontecido el 11 de septiembre reveló que había habido grandes fallas de inteligencia previo a los atentados.
Los ataques afectaron seriamente a la economía estadounidense, ya desacelerada tras la explosión de la burbuja del mercado accionario al final de los ocho años del gobierno demócrata del presidente Bill Clinton.
Los miembros de la campaña de reelección de Bush están luchando por poner una mejor cara a la opacada economía en la que el aumento de los empleos no ha podido alcanzar a otros indicadores económicos que muestran una actividad positiva.
Concretamente, enfrentó la posibilidad de ser el primer presidente desde Herbert Hoover en sufrir una pérdida neta de empleos durante su gestión.
Con la situación en Afganistán aparentemente bajo control, Bush volcó su atención a la amenaza que representaba Hussein a finales del 2002, desatando una confontrontación que derrumbaría la buena voluntad mundial tras el 11 de septiembre del 2001.
Bush argumentó que Irak representaba un creciente peligro y que había que hacer algo contra ello, en el contexto de lo que pasó el 11 de septiembre. Basó sus razones en informes de inteligencia que decían que Irak poseía armas de destrucción masiva y que estaba preparado para usarlas.
Fuerzas lideradas por Estados Unidos invadieron Irak en marzo del 2003. Para el 1 de mayo, Bush se sintió tan confiado en la victoria que aterrizó en el portaviones USS Abraham Lincoln y declaró, con una pancarta de "misión cumplida" en el fondo, que las operaciones de combate habían terminado en Irak.
Esa declaración resultó evidentemente prematura. Las fuerzas de la coalición están enfrentando los ataques insurgentes, que a diario aumentan las bajas de Estados Unidos y sus aliados, mientras las armas de exterminio, la causa principal para invadir Irak, no han sido encontradas.