A un año de las elecciones locales en Coahuila, un grupo de empresarios de Torreón contrata la realización de una encuesta, que determina la posición que en la preferencia de los ciudadanos guardan algunos aspirantes a gobernador, que son originarios de la Comarca Lagunera.
Al igual que cada seis años, se añoran los tiempos en que fue gobernador Don Braulio Fernández Aguirre. Se piensa que la presencia de un lagunero en el Palacio Rosa de Saltillo, daría un impulso a la Región y revertiría el fenómeno que según algunas opiniones es de trato discriminatorio que mantiene a la Laguna en cierto rezago.
El centralismo es un vicio de nuestro sistema social y político desde tiempos del Virreinato. La vastedad del territorio patrio, algunas particularidades de nuestro carácter y desde luego de la condición humana, nos llevan a concentrar en las metrópolis nacional y regionales, además del control político, la dirección de la estrategia del desarrollo social y económico.
Sin embargo, el crecimiento de la sociedad en términos de cantidad y calidad, así como el avance de los medios de comunicación, han generado oportunidades de desarrollo regional que restan relevancia a la ubicación geográfica de las capitales. Por el contrario, una tendencia natural a la descentralización económica y social en términos de evitar las concentraciones desmedidas de población, corre a la par de vías de comunicación más eficientes que acortan las distancias y la aparición de ciudades de dimensiones racionales, que ofrecen condiciones satisfactorias en cuanto a calidad de vida.
Por ello la ubicación del asiento de los poderes, así como el origen específico del gobernante en turno, no deben ser consideradas determinantes en cuanto a proponer un plan de desarrollo estatal ni para garantizar un trato justo a todas las regiones del estado en el caso de Coahuila o de cualquiera otra entidad federativa.
De otra parte, la integración global, nacional y estatal, son compatibles con el deseo legítimo de impulsar a los aspirantes oriundos de nuestra comarca al Gobierno de Coahuila, siempre y cuando dicha intención trascienda al regionalismo vulgar de miope visión y sea parte de una propuesta general de Gobierno, acorde a las necesidades de todos las regiones y poblaciones del estado. El mejor aspirante a Gobernador de Coahuila, será el que demuestre una perspectiva visual, amplia y profunda y ofrezca una propuesta integral para acometer la tarea de Gobierno, soportada en una base humana y política de credibilidad y de confianza.
Debemos superar la división regional en departamentos estancados incomunicados que existe en Coahuila, así como las relaciones de la capital con las regiones que se da en la actualidad de manera centralista y radial. El futuro demanda una integración de la ciudad sede de los poderes con las regiones y también de las regiones entre sí, en virtud de esfuerzos múltiples y variados de Gobierno e Iniciativa Privada, que permitan interactuar al mayor número de protagonistas sociales y económicos, en aras de un solo objetivo: Acceder al desarrollo pleno.
Las propuestas de candidatos emanados de cada región, surgen de manera congruente con la desaparición de las viejas formas de imposición vigentes durante el régimen de partido de Estado, en el que los gobernadores eran impuestos por mandato del Presidente de la República en turno.
En los nuevos tiempos toca a la comunidad proponer a sus candidatos y como tal, resulta lógico y justificable que sean dirigentes de la sociedad civil quienes tomen la iniciativa al respecto. En el caso que nos ocupa, también resulta pertinente que la auscultación gire en torno de los personajes y de los partidos con posibilidades reales de triunfo, pues en nuestro sistema constitucional no existen las candidaturas independientes.
Al publicar los resultados de la encuesta realizada en la Comarca por María de las Heras, un sector específico de la sociedad lagunera se expresa en el sentido de descubrir en nuestro medio regional, aspirantes con posibilidades de generar un próximo Gobernador de Coahuila. La encuesta inicia un proceso de búsqueda y análisis, en el que habrán de jugar aspirantes, partidos, medios de comunicación y como protagonista principal, la sociedad en su conjunto.
Las organizaciones políticas deben estar atentas a la sugerencia de la sociedad, para remontar la brecha abierta entre ciudadanía y partidos, como resultado de la despiadada lucha por el poder que prevalece al interior de los mismos.
Los partidos que sean incapaces de escuchar e interpretar el sentir de la sociedad a la cual se deben y den la espalda a los candidatos que la propia sociedad prefiera, serán condenados al fracaso electoral.
