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MÉXICO, DF.- Aunque la educación es considerada en el mundo como “la llave del desarrollo”, en México sólo 24 por ciento de la población entre 18 y 24 años de edad tiene posibilidad de estudiar en cualquiera de las 303 universidades o centros de estudios tecnológicos públicos o privados que operan en el país.
Ejemplo de tal hipótesis son las naciones llamadas “tigres del sureste asiático”, cuyos gobiernos fortalecieron la enseñanza superior y con ello su competitividad despegó de manera impresionante hasta convertirse en potencias económicas mundiales.
De acuerdo con información de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el país existen un millón 600 mil alumnos de estudios superiores, de los que 265 mil -aproximadamente nueve por ciento- se encuentran matriculados en la máxima casa de estudios.
La población universitaria de México constituye apenas una tercera parte de la oferta de espacios educativos de países como Alemania y Francia, donde se calcula que del total de jóvenes en edad estudiantil entre 60 y 70 por ciento tiene forma de cursar una carrera profesional.
La cultura del pueblo mexicano ha llevado a pensar que una persona que no cuenta con título de licenciatura, ingeniería o cualquier otro certificado de estudios profesionales definitivamente no contará con un nivel socioeconómico aceptable.
A pesar de las limitaciones que los jóvenes tienen para acceder a la educación superior, los mexicanos de entre 15 y 24 años de edad han acumulado niveles académicos superiores a los que alcanzaron en promedio sus padres, pues hasta 2000 su escolaridad sumaba 8.6 años en promedio.
Esto significa que casi habían acabado en su totalidad la enseñanza básica, pero la situación es muy contrastante entre la población de ciudades con menos de dos mil 500 habitantes y las que tienen más ya que en las primeras el promedio de estudios es de 6.6 años y en la segundas de 9.2.
Aunado a ello los jóvenes están más familiarizados con las tecnologías actuales, tienen acceso a más información de todos los ámbitos de la vida y se han socializado en un entorno de más equidad de género.
Sin embargo, la juventud sigue enfrentando problemas asociados a su acceso a la educación, al trabajo y a la salud, entre otros beneficios a los que tiene derecho, pero esto, según el Consejo Nacional de Población (Conapo), es consecuencia de las insuficiencias del desarrollo del país.
El organismo dependiente de la Secretaría de Gobernación reconoce que una de las principales razones por las que un joven se ve impedido de aplicarse a su formación académica es que enfrenta condiciones adversas en su hogar, que lo obligan a distraerse en actividades laborales.
Además de las limitaciones sociales y familiares para la preparación escolar de los jóvenes, en México aún es insuficiente la oferta de espacios en la educación superior, pues anualmente decenas de miles de egresados de nivel medio superior ven frustradas sus aspiraciones de acceder a una licenciatura.
El director general de Administración Escolar de la UNAM, Leopoldo Silva Gutiérrez, aseguró a Notimex que “a esta casa de estudios no le interesa tener el monopolio de la educación superior, sino promover el desarrollo de las universidades públicas estatales”.
Para ello, subrayó, “es preciso ofrecer apoyos en la formación de especialistas y expertos que puedan impartir estos conocimientos”.
Explicó que si bien es cierto que mientras más años de estudio tenga una persona mayores posibilidades de empleo podrá tener, ya sea asalariado o en autoempleo, tampoco debe pensarse en que toda una población debe contar con estudios profesionales.
Recordó que en las cadenas productivas, en la vida de la sociedad y en el desarrollo de las comunidades, se requiere también de especialistas técnicos que no necesariamente están obligados a contar con un título profesional, pues hoy queda claro que este documento no garantiza el éxito de la persona.