ANIVERSARIO DE LA GUERRA DE IRAK
MUSTAFA AL HASAN: “Ahora tengo menos trabajo”
“Ahora tengo menos trabajo”, se queja Mustafa, de 34 años, mientras pasea su vieja Minolta por el degradado paseo marítimo de Basora a la espera de clientes. Mustafa es un fotógrafo a la antigua usanza, de los que retratan a parejas de novios y a familias de asueto sobre un idílico falso fondo y con película de 35 mm, desde 1988 y asegura que ha salido perdiendo con el cambio de régimen que se produjo el año pasado. “Antes hacía una media de 20 fotos al día; ahora tengo suerte si hago 7”, explica. A 1.000 dinares la instantánea (unos 55 céntimos de euro) apenas le da para sacar adelante a su familia.
Y no es que Mustafa eche de menos a Sadam Husein. “Hizo algunas cosas, pero aquí no estábamos seguros”, confía. ¿Y ahora? “Todavía, tampoco”. ¿Algo bueno en este año? “Han bajado los precios de los electrodomésticos”, reconoce el hombre esperanzado.
LUMA DHIA: “Nuestra libertad ha mejorado”
Luma Dhia, 36 años, farmacéutica. 'Todo ha mejorado en lo que se refiere a nuestra libertad y las perspectivas de futuro', afirma Luma tras el mostrador de su botica en la avenida Catorce de Ramadán de Bagdad. Sin embargo, antes de acceder a dar su nombre se asegura de que no vaya a aparecer en ningún medio local. 'Lo que más echamos de menos del antiguo régimen es la seguridad', apunta, 'todos estamos muy preocupados'.
El temor ha obligado a Luma a renunciar a conducir su coche por las tardes. 'Por las mañanas sí que vengo sola, pero luego he contratado un chofer para que me lleve a casa porque acabo pasadas las ocho y media, y he tenido la sensación de que en varias ocasiones me seguían'. No es su única preocupación. Con la falta de un verdadero Gobierno, advierte, 'no hay controles de calidad en las medicinas que se importan y aunque ahora disponemos de todo, entran productos dudosos'. Tampoco hacen falta recetas. 'Como farmacéuticos, sabemos que hay drogas que no debemos vender, pero sin duda algunas personas están dispuestas a todo por dinero', admite.
HAMED HAZME: “Era mejor con Sadam. Había ley”
Hamed Hazme al Yabri, 55 años, abogado. 'En términos legales, en la época de Sadam la situación era mejor porque había ley', señala Al Yabri, pero enseguida precisa que 'ahora hay democracia y libertad, y por lo tanto posibilidad de mejorar'. Por ello, este abogado emprendedor y lleno de iniciativa se muestra 'muy esperanzado'. En cuanto vio que se estabilizaban las condiciones de vida en Basora, su ciudad, cogió un viejo diccionario y buscó el nombre de su profesión en inglés para colocarla en un flamante cartel en el que ofrece sus servicios a empresas extranjeras. 'En marzo de 2003 no tenía trabajo', comenta en su destartalado despacho. Ahora espera conseguirlo. 'De momento, los extranjeros tienen miedo por la inseguridad, pero poco a poco vendrán porque habrá mayor protección legal a las compañías que durante el régimen de Sadam', asegura. 'Tenemos que tener paciencia porque los cambios no se producen de la noche a la mañana y después de tres décadas de dictadura, nos va a costar recuperar la normalidad', manifiesta convencido. Para empezar se ha puesto a estudiar inglés y se ha hecho con un teléfono móvil. Que por él no quede.
AHMED AKRAM: “Mi vida personal es la misma”
Ahmed Akram Shabán, 34 años, conductor internacional. 'Hace un año tenía empleo y ahora no, pero mi vida personal es la misma', asegura Ahmed. Lo que Ahmed no dice es que entonces ganaba 4.500 dinares (menos de 2 euros) al mes y ahora cobra una ayuda de 150.000 dinares. Porque Al Dilal, la compañía en la que trabajaba como conductor internacional, era, como la mayoría en Irak, estatal. 'Poco antes de la guerra, el Ejército requisó todos los vehículos y quedaron destruidos', explica. Akram no tuvo problemas con el régimen, 'sólo con el director de la compañía'. Aún así, se encuentra 'más cómodo' con la actual situación política. 'Me alegro de que hayan echado a Sadam porque no hizo nada bueno por Irak', defiende. Tiene motivos para ello. Entre los papeles del director, los compañeros de Akram encontraron el testimonio de un informante que le acusaba de llevar cartas para la resistencia en sus frecuentes viajes a Ammán. El lo niega, aunque admite que vendía y compraba cosas para redondear su sueldo. Con los ahorrillos que le proporcionó ese tráfico y la ayuda de un pariente acaba de adquirir un viejo Buick Roadmaster para empezar a trabajar por su cuenta.
RASMIYA ZUBAIA: Feliz por la caída de Sadam
Rasmiya Zubaia, 64 años, ama de casa. 'La desaparición del régimen de Sadam ha sido lo mejor que he visto en toda mi vida', declara jubilosa Rasmiya. Sin embargo, no parece que en este año haya cambiado mucho la vida de esta mujer que aparenta diez años más de su edad. Aún sigue viviendo en una modestísima casa del barrio de Al Shoala y su marido ciego no recibe ninguna ayuda estatal. 'Ha aumentado el sueldo de mis hijos', explica satisfecha, aunque ninguno puede ayudarla económicamente 'porque todos tienen familias numerosas'. Después de haber sacado adelante a ocho hijos, Rasmiya sigue viviendo de la caridad. 'Recibimos la ración y la ayuda que nos dan los ricos', manifiesta agradecida. Los “ricos” son algunos vecinos generosos, un poco más afortunados que ellos. No pierde la esperanza. 'Ahora si las cosas empiezan a ir mejor y logro algo de dinero, podría arreglarme los dientes', confía mostrando su boca desdentada, pero sin dejar de mostrar una enorme sonrisa. De momento, se ha apuntado al partido político del cacique del barrio para no quedar fuera de cualesquiera que sean los beneficios del nuevo sistema.