Un año después, la seguridad y los derechos humanos no han progresado en el país .
Un año después de que se iniciara la guerra contra Irak, la promesa de una mejora en los derechos humanos de los iraquíes está lejos de concretarse. La mayoría del pueblo iraquí todavía se siente inseguro en un país devastado por la violencia, según el informe de Amnsitía Internacional Irak: 'ne year on'(Irak, un año después). Cada día, los iraquíes se enfrentan a amenazas contra sus vidas y su seguridad. La violencia es hoy endémica, ya sea en forma de ataques de grupos armados, abusos por parte de las fuerzas de ocupación, o violencia contra las mujeres. Millones de personas sufren las consecuencias de ver sus propiedades destrozadas o asaltadas, se enfrentan al desempleo y sienten una gran inseguridad respecto a su futuro. Y prácticamente no existe ninguna confianza en que los responsables de los abusos, tanto pasados como presentes, vayan a ser llevados ante la justicia, asegura Amnistía.
Antes de que la guerra comenzara, Amnistía Internacional (AI) advirtió de que la acción militar significaría más sufrimiento para aquellos que ya llevaban décadas sufriendo una dura represión por parte de un Gobierno autoritario y unos devastadores efectos de las sanciones económicas. Pero los peores pronósticos de las agencia humanitarias se confirmaron una vez desencadenada la guerra. Miles de civiles iraquíes resultaron muertos y heridos durante los combates. Hogares e instituciones vitales fueron arrasadas. Comunidades enteras se quedaron sin agua ni electricidad.
No existen cifras confirmadas de víctimas. Para Amnistía Internacional, más de 10.000 civiles han resultado muertos desde marzo de 2003 como consecuencia directa de la intervención militar en Irak, ya sea durante la guerra o en incidentes violentos durante la subsiguiente ocupación. Para Amnistía, esta cifra es una estimación. Ninguna autoridad en Irak, ya sea de las fuerzas norteamericanas ya sea del Consejo Provisional de Gobierno iraquí, está en disposición de ofrecer datos fiables o catalogar los asesinatos. “No tenemos capacidad para contabilizar todas las bajas civiles”, admitía el pasado mes de febrero en Bagdad citado por Reuters el general de brigada estadounidense Mark Kimmitt. Una aptitud muy diferente ha sido observada hacia los civiles y soldados no iraquíes que han resultado muertos en ataques, según AI. Un total de 565 soldados norteamericanos resultaron muertos desde el comienzo de las hostilidades en Irak, prácticamente el mismo número de militares que lo hicieron en los primeros cuatro años de la guerra de Vietnam.
Son varias las organizaciones que se han preocupado por las victimas de la guerra contra Irak. Human Rights Watch envió una misión al país entre finales de abril y principios de junio de 2003 con dos objetivos: identificar e investigar posibles violaciones del derecho internacional humanitario por las partes en conflicto e identificar patrones de combate adoptados por las partes que pudieran haber causado bajas y sufrimiento entre los civiles. Pero Human Rights Watch quiere dejar claro que no emprendió esa misión para determinar el número de bajas civiles. “Nuestra intención era más bien intentar entender cómo y por qué habían resultado muertos y heridos los civiles, con el fin de evaluar el cumplimiento del derecho internacional humanitario y con vistas a reducir el impacto de la guerra sobre la población civil en el futuro”, se asegura desde HRW. “Cada muerte de un civil en tiempo de guerra es una terrible tragedia”, asegura Kenneth Roth, director ejecutivo de HRW. “Pero concentrarse en el número de muertes nos desvía de la cuestión. La cuestión es que las fuerzas armadas de EEUU no tenían que haber utilizado estos métodos de guerra”.
Esta organización de defensa de los derechos humanos basada en Nueva York cree sin embargo que cientos de muertes de civiles ocurridas durante la invasión pudieron haberse prevenido abandonando dos desacertadas tácticas militares. Por un lado, el uso de municiones de racimo en áreas pobladas provocó más bajas civiles que cualquier otro aspecto de las principales operaciones militares en marzo y abril, según Human Rights Watch. Las tropas estadounidenses y británicas usaron al menos 13.000 municiones de racimo, con cerca de dos millones de submuniciones en su interior, que mataron o hirieron a más de un millar de civiles. Otra táctica militar errónea fueron los 50 ataques contra los máximos líderes iraquíes no lograron acabar con sus objetivos previstos y mataron, en cambio, a docenas de civiles. La estrategia de decapitación de Estados Unidos se basó en la intercepción de conversaciones telefónicas vía satélite de los líderes iraquíes, corroboradas con informaciones de inteligencia que resultaron ser inadecuadas. Como resultado, las fuerzas armadas de EEUU sólo pudieron localizar objetivos dentro de barrios residenciales con un radio de 100 metros, una precisión claramente insuficiente dentro de zonas civiles. En su investigación de anteriores conflictos armados en los que ha participado EEUU, entre ellos la campaña de bombardeos de la OTAN en Yugoslavia y la guerra de Afganistán, Human Rights Watch descubrió que la Fuerza Aérea de Estados Unidos estaba lanzando progresivamente menos bombas de racimo en áreas pobladas.
HRW calcula que las municiones de racimo mataron o hirieron a más de un millar de civiles, mientras que las operaciones de “decapitación” se cobraron docenas de vidas civiles. La cifra total de civiles muertos en la guerra será muy superior, en opinión de HRW, ya que habría que incluir a los que pudieron morir como consecuencia del daño colateral de los disparos de armas pequeñas y otros factores. Tras la pista de los civiles caídos en Irak está CIVIC (Campaña para las Víctimas Inocentes en los Conflictos). Esta ONG estadounidense tiene a 150 investigadores en Irak para determinar el número total de víctimas con el objetivo final de informar a la administración provisional de EEUU para conseguir dinero y asistencia. CIVIC ha rastreado hospitales, funerarias y hablado con cientos de familias para concluir que entre el 20 de marzo de 2003 y el 1 de mayo de ese año más de 5.000 civiles iraquíes resultaron muertos. “Habla por sí solo el hecho de que los militares no registren estas bajas”, asegura Marla Ruzicka, fundadora de CIVIC. Citada por el diario The New York Times , una portavoz militar del Pentágono aseguraba esta semana: “No tenemos una lista de muertos. No es nuestra política hacer algo así”.