segunda y última parte
Lo peor de este último caso, el del atentado, es que hay un muerto, cuyo fallecimiento apenas va a ser hasta ahora investigado. Ahí está la declaración de la PGR, exonerando de vínculos con el narco al gobernador Tomás Yarrington.
Las varas de la procuración de la justicia son varas políticas y miden distinto. De ese modo, aun cuando esa función es fundamental en un Estado de derecho, la procuración se está convirtiendo en un instrumento de conveniencia política.
Se aplica conforme al criterio del procurador que, por lo visto y dicho, ni siquiera toma en cuenta al Presidente de la República. Para todo aquel que se preste se expiden señalamientos de corrupción aunque, después, sólo algunos tienen que responder por ella y sentarse ante el ministerio público. Se juega a gusto con la procuración de justicia. ¿Eso es combatir la corrupción?
*** El problema de seguir por el camino del escándalo y la satanización con distinta consecuencia jurídica es que se está vulnerando la posibilidad de frenar el deterioro político que amenaza con colapsar a la economía y enardecer el malestar social. El transcurrir de los días marca en el calendario nuevos sucesos políticos. Se está ya a semanas de que arranque la temporada electoral en que comenzarán a disputarse gubernaturas en distintos estados de la República y como es natural, la competencia electoral tiende a marcar las diferencias y no las coincidencias políticas. Así, la atmósfera de polarización tendrá un nuevo episodio en su radicalización y más cuando la precipitación del juego sucesorio en la Presidencia de la República, prohijado increíblemente por el propio Gobierno y el partido, hará de las contiendas electorales estatales campos de batalla perfilados hacia 2006.
Por lo demás, el calendario también marca el término de los trabajos de la Convención Nacional Hacendaria que, en principio, constituye una posibilidad de reencuentro entre la clase política pero, si en paralelo a ese suceso se insiste en polarizar la atmósfera, esos trabajos podrían terminar por tirarse al cesto de la basura porque, a fin de cuentas, su conclusión tendrá que darse en el Poder Legislativo.
Y en ese mismo calendario, quedan ya escasos tres meses para que arranque el período ordinario legislativo y con él, el informe presidencial acaso empatado con el juicio de procedencia de Andrés Manuel López Obrador.
Esas son las fechas que marca el calendario y aunque no lo parezca, el transcurrir de los días cuenta. Llegar con la actual atmósfera a esas fechas podría, lejos de ser una oportunidad, convertirse en el detonador de la peor carga de la crisis política que arrastra al país.
*** Desde esa perspectiva, los factores de poder, grandes y chicos, deberían presionar a los actores de poder para organizar una minicumbre nacional, nada extraordinario, simples encuentros, no actos de lucimiento. Deberían subrayar la necesidad de que dejen de hacer tantas declaraciones de pie y a pie, para sentarse a hablar en serio sin pensar en los reflectores y los micrófonos.
Pensando, eso sí, en la gobernabilidad y no en la popularidad que puedan derivar de la fotografía. Si, antes de mediados de julio, Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador no hablan y logran acuerdos políticos serios sin que ello suponga el atropello del derecho, la mesa estará puesta para que la inestabilidad política colapse la economía y acreciente el malestar social que, en estos días, no encuentra la forma de hacer sentir que lo que se dio fue un mandato y no un cheque en blanco que incluye hasta la desconsideración.
Si no se trabaja en distender la atmósfera política prevaleciente y dar ejemplo de civilidad, cualquier incidente podría desatar la espiral de violencia que, como pequeño torbellino, comienza a levantar el polvo de una tormenta. Es hora de hablar, no de hacer declaraciones.