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Hacen piñatas para que el tiempo 'pase pronto'

CRISTAL BARRIENTOS TORRES

MAR DE HISTORIAS| FABRICAN INTERNAS DEL CERESO ARTÍCULOS NAVIDEÑOS

Tras las rejas, mujeres presas añoran la Nochebuena en casa con su familia

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Las manos que antes sirvieron para robar o matar, ahora recortan y pegan papeles. Así el tiempo se va más pronto. Así no hay tanto en qué pensar. Veintiocho internas del Centro de Readaptación Social (Cereso) purgan sus sentencias fabricando piñatas y coronas, entre otros adornos navideños.

Todas dicen lo mismo: que haciendo manualidades los días pasan pronto, pero en realidad desean estar con sus familias en Navidad. Romper las piñatas con sus hijos. Arreglar las puertas y ventanas de sus casas con coronas y figuras de colores.

Fabricar piñatas y manualidades, no sólo representa para las internas una manera de evadir el tiempo, también una alternativa económica, pues el dinero que ganan vendiéndolas lo envían a sus hijos. Para eso, algunas instituciones de beneficencia o familiares, les ayudan a comercializarlas fuera del penal.

El precio varía de 50 a 200 pesos. Todo depende del tamaño y la calidad del material. Ellas se esfuerzan para que cada piñata o manualidad quede mejor que la anterior. Saben que así la gente de afuera estará conforme con su trabajo, y entonces harán más pedidos al Cereso.

Senaida Torres Ontiveros lleva cuatro años en la prisión, le faltan 25 de sentencia. Dice que un día, cansada de los golpes de su esposo, decidió matarlo. Le disparó en ocho ocasiones, y no se arrepiente. Sabe que no era la única forma de librarse de él, pero en todas las ocasiones que se decidía a dejarlo, él la buscaba y entonces todo era peor.

?Lo denunciaba, pero nada más lo detenían unas horas y luego lo dejaban ir. Le tenía mucho miedo, por eso nunca pensé en escaparme. Llevábamos siete años de casados, al principio no era así conmigo pero luego comenzó a beber mucho.

Senaida dice que no merecía que su esposo la tratara de esa manera. Cuando se le pasaba la borrachera, le pedía disculpas pero después los golpes eran más fuertes, en más de una ocasión la dejó inconsciente. El día del asesinato, 20 de noviembre de 2000, se encontraban en un baile e intentó agredirla.

Ella siempre cargaba una pistola porque vivían en Mieleras, Viesca, y los caminos para trasladarse de una comunidad a otra, eran peligrosos, había muchos asaltos, por eso estaba armada cuando comenzaron a pelear.

A pesar de que sus hijos: Julio César, Esmeralda y Paola, viven en Viesca con sus abuelos, no los ve tanto como quisiera, pues sus padres están enfermos y no pueden llevarlos para que la visiten en prisión. Desde agosto sólo habla con ellos por teléfono y tal vez la Navidad, no puedan pasarla juntos.

En estos cuatro años la vida de Senaida cambió para siempre, y asegura que para bien, porque dentro de prisión ha aprendido a valorar a su familia. Le gustan las clases de manualidades, fabrica piñatas y artículos navideños.

?Al principio fue muy difícil porque me desesperaba mucho, quería fugarme ?comenta, y luego voltea a ver a sus compañeras de celda?: pero ahora tengo buenas amigas como Rosa María Rojas, Nancy, y otras que ya salieron de prisión.

La primera Navidad en la cárcel para Senaida fue muy difícil. ?Siempre la había pasado con mis hijos y con mis padres, y de repente me vi sola y aislada. Los niños pueden entrar en Navidad, incluso les dan permiso de quedarse a pasar la noche pero ya no los pueden traer, mi mamá tiene cáncer y mi papá está enfermo de una pierna, son los únicos que están con ellos, por eso desde agosto no los veo, y es que la mayoría de mis hermanos están en Juárez y nada más vienen de vez en cuando?.

Lo último que platicó con sus hijos fue de la escuela. Dice que tienen buenas calificaciones y que Paola está muy contenta porque acaba de entrar a primer año de primaria. ?Mis papás quieren verme libre antes de morir, pero al principio metí un amparo y me lo negaron, quiero promover un beneficio el próximo año?.

Todos los días le pide a Dios que la perdone y que le dé la nobleza para olvidar el odio que siente por el padre de sus hijos.

?Mi papá mantiene a los niños con su pensión, por eso lo poco que gano con las ventas de los artículos navideños se lo mando. Sé hacer muchas cosas: bolsas, piñatas, adornos y espejos, hasta aprendí primeros auxilios y me metí a un curso de superación personal. Me gustaría arrepentirme de haber matado a mi esposo pero me hizo mucho daño.

Zamira Chaib Alejo lleva siete años en prisión, pero en el Cereso de Torreón apenas va a cumplir un mes. La trasladaron de Saltillo porque en aquel municipio no hay albergues para los hijos de las internas. Es madre de dos niñas: Luis Fernanda y Tania; la más pequeña vive con su hermana, pero la mayor ha tenido que ir de una casa a otra, por eso le pidió al director de la cárcel que la mandara a otro reclusorio.

Y es que Zamira fue acusada de secuestro y la sentenciaron a 22 años de prisión. Asegura que su esposo es el único responsable, pero las autoridades dijeron que ella era su cómplice. Dice que el traslado fue tranquilo y que Luisa Fernanda está muy contenta en el albergue del Padre Manuelito, aunque extraña mucho a Tania.

?Ya me juzgaron y ni modo ?dice, y tras un gesto de enojo sus ojos buscan el piso?: lo que pasó fue que mi esposo me pidió el carro prestado y en él secuestraron a la persona. Mi sentencia era de 32 años y ya me bajaron ocho. Voy a esperarme un año para solicitar otro beneficio, porque no merezco estar en la cárcel, no hice nada.

A pesar de que apenas lleva un mes en el Cereso de Torreón, Zamira ya se integró al taller de piñatas. Todos los días trabaja con periódico, engrudo, papel crepé y china. Le gusta pasar así el tiempo. Cuando estaba en Saltillo trabajó en una maquiladora y la ropa que tiene, ella misma la fabricó.

?En todo este tiempo, he hecho muchas actividades: terminé la preparatoria, durante cuatro años asistí a un grupo de superación personal, y tres años trabajé en una maquiladora. Mi esposo se quedó en Saltillo, a él le dieron veintiséis años, tal vez lo trasladen después a este Cereso.

Dice que le ha costado trabajo aceptar su realidad. En muchas ocasiones le ha reprochado a su esposo por haber secuestrado a esa persona: ?hubiera pensado en sus hijas, en mí. Afortunadamente siempre he tendido la oportunidad de pasar la Navidad con las niñas?.

Como Tania vive con su hermana, Zamira no se preocupa por ella porque sabe que está bien, pero Luis Fernanda se la pasaba de una casa en otra. No sabía si algo malo le pasaba, si estaba enferma o ya había comido, y por la incertidumbre constante, decidió pedir su traslado a Torreón, ahora se siente más tranquila porque en el albergue no le falta nada.

Todo el dinero que gana haciendo piñatas lo guarda para sostener a sus hijas. Por eso aprendió a fabricar otro tipo de manualidades.

?La más pequeña de mis hijas nació en la cárcel y enseguida se la entregué a mi hermana, pero la mayor ha sufrido conmigo porque casi no ha conocido otros lugares que no sean las rejas de una prisión. Ya me comienza a preguntar por qué estoy aquí, me dice: ?¿Mamá, por qué no tienes una casa como los demás??, sus compañeros en la escuela son muy crueles, así son algunos niños, y se burlan de ella?.

María Guadalupe Cristerna Hinojosa lleva diez meses en el Cereso y tiene 50 años de edad. Fue acusada de robo, delito que dice no cometió. Asegura que fue su hermano quien asaltó el bazar, pero como ella vendía joyería, las autoridades determinaron que era la autora intelectual.

A los siete meses de estar en prisión, murió su esposo, Juan de Santiago Coronado. Él ya estaba gravemente enfermo pero María Guadalupe cree que falleció por la tristeza de no verla. Sus hijos le dicen que se deprimía mucho y hacían esfuerzos considerables para que aceptara ir con el doctor.

Años atrás, ella y su esposo tenían una florería en el centro de la ciudad, pero con la enfermedad de Juan, el dinero ya no alcanzó para nada y fue necesario venderla, por eso comenzó en el negocio de la joyería, además realizaba rifas entre sus amistades.

Y como existen probabilidades de que la absuelvan, María Guadalupe podría no pasar la Navidad en el Cereso, situación que ella lamenta porque dice que ahí ha encontrado buenas amigas. Asegura que en este tiempo ha aprendido a valorar muchas cosas.

?Mis hijos ya están grandes y no les hago mucha falta, a veces lloran porque ya quieren que salga, pero sólo Dios sabe cuándo será eso. Nunca he sentido estar en una prisión porque me han tratado muy bien, he conocido gente desinteresada.

Aunque a María Guadalupe le gustan las manualidades y hacer piñatas, prefiere cantar. Lleva meses en el grupo de música y canto del Cereso, y asegura que ya ha a descubierto que muchas internas tienen talento no sólo para elaborar artículos navideños sino como artistas.

?Estoy por un error pero a lo mejor Dios quiso que estuviera en la cárcel para valorar, lo único que lamento es que no haya podido estar con mi esposo cuando murió, fue de tristeza porque ya no me veía y por su enfermedad no podía visitarme. Mis hijos ya quieren que regrese.

Dice que conoce a Enrique Martínez y Martínez, gobernador de Coahuila, porque lo ayudó cuando andaba en campaña pero no ha querido molestarlo pidiéndole ayuda, porque asegura que su libertad sólo depende de Dios.

María Guadalupe tiene un deseo para esta Navidad: ?ojalá y las autoridades den muchos beneficios para las internas, deben darles una oportunidad a todas las que trabajan en la elaboración de piñatas y manualidades, sobre todo a las que tienen hijos?.

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