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Hallazgos reavivan misterio del origen de la vida

MEXICO (AP) .- Durante décadas, Federico Solórzano ha recopilado huesos de las riberas del mayor lago de México; huesos que él mismo ha exhumado y otros que le han traído, huesos de animales y de seres humanos.

El profesor de antropología y paleontología revisaba su colección un día cuando notó algo que le llamó la atención: una protuberancia ósea frontal decolorada por minerales y un trozo de mandíbula que no coincidía con la de ningún cráneo moderno.

Pero Solórzano halló una coincidencia perfecta cuando comparó la primera de las dos piezas con un modelo del Hombre de Tautavel del Viejo Mundo, miembro de una especie --Homo erectus-- que muchos consideran antepasado del moderno Homo sapiens.

Pero se cree que el Homo erectus se extinguió hace 100 mil a 200 mil años, decenas de miles de años antes de que se supusiera la presencia de seres humanos en el continente americano.

Y los arqueólogos nunca hallaron vestigios del Homo erectus en las Américas.

El hallazgo de Solórzano fue detallado en una conferencia en septiembre aquí que atrajo académicos del continente y de Europa.

Esa pieza ósea primitiva del Lago Chapala "es única", dijo Bonnichsen.

Es tan singular --y fuera de contexto-- que ha sido mayormente ignorada mientras otros descubrimientos plantean cuestiones básicas sobre el origen de los seres humanos en nuestro continente: cuándo llegaron y de dónde.

Hasta hace poco, la mayoría de los arqueólogos en Estados Unidos creía que los primeros seres humanos llegaron al continente americano hace unos 13.500 años cuando se abrió un corredor terrestre temporal en el Estrecho de Bering.

El pueblo migrante Clovis --llamado así por un lugar cerca de Clovis, en Nuevo México-- al parecer cazaba mamuts y otros grandes animales, dejando esparcidas puntas de flecha finamente trabajadas y otras herramientas en partes de América del Norte y, según algunos, en Sudamérica.

Una minoría a veces ruidosa sigue aferrada a la concepción de que los Clovis fueron los primeros. La evidencia de lo que pudo haber habido antes sigue siendo escasa, dispersa y controversial. Los arqueólogos han propuesto posibles rutas alternativas al continente --por el Océano Pacífico desde Asia o Australia, por el Atlántico desde Europa o África--, aunque la mayoría cree que lo más probable es desde el nordeste del Asia, quizás por grupos que se desplazaron a lo largo de una costa helada en pequeñas embarcaciones.

Investigadores sudamericanos dicen haber hallado numerosos sitios de 10 mil a 15 mil años de antigüedad y sostienen que los Clovis no pudieron haber migrado hasta el extremo del continente en Tierra del Fuego, en el extremo sur de Sudamérica, tan pronto después que el corredor libre de hielo se desprendió del Asia hasta Alaska.

La arqueóloga argentina Laura Miotti coincide en que los migrantes llegaron probablemente del norte. Pero ella y otros dicen que no se han registrado hallazgos similares a lo de los Clovis en las partes de Asia de la que supuestamente proceden, y se preguntan por qué los sitios en el norte de América no parecen ser más antiguos que los del sur del continente.

La evidencia de los primeros seres humanos en las Américas, aunque escasa, es fascinante. Incluye, entre otras cosas:

-Una posible espátula con manchas de sangre que data de hace más de 34 mil años hallada en Monte Verde, Chile.

-Posibles herramientas de piedra encontradas en Brasil con antigüedad de 40 mil a 50 mil años.

-Un informe todavía no publicado sobre restos humanos de hace unos 28 mil años cerca de Puebla, en el centro de México.

Y lo que es más elocuente es que una mayoría de arqueólogos está convencida de que un segundo sitio en Monte Verde data de por lo menos 14 mil años, unos 500 años antes de que se abriera el puente terrestre desde el Asia unos 15 mil kilómetros al norte.

Pero las fechas siguen siendo cuestionadas.

En los años 70, el anuncio de un hallazgo de herramientas humanas de 250 mil años cerca del embalse de Valsequillo, cerca de México, fue recibido con sorna, aunque otros investigadores han vuelto a trabajar en esa zona.

Los partidarios de la primacía de los Clovis sugieren que las fechas muy tempranas pueden reflejar variantes o errores en las tecnologías todavía en desarrollo para fechar muestras antiguas.

Sostienen que la erosión puede dar razón de artefactos que parecen herramientas y que la asignación de fechas de otros puede haberse confundido puesto que los arroyos, las inundaciones o los mismos seres humanos mezclan materiales nuevos con materiales antiguos.

En cuanto a restos humanos, solamente dos dientes en Brasil parecen haber sido fechados claramente en una época anterior a los Clovis.

Ambos bandos sostienen que las nuevas investigaciones sobre ADN e historia del clima apoyan sus respectivas posiciones, o en todo caso no las refutan.

El hallazgo de Solórzano planteó tantos interrogantes que se mantiene como una curiosidad.

Los pocos científicos que han analizado los huesos coinciden en que tienen apariencia humana, no animal, y que son muy antiguos.

Los esfuerzos por fechar las muestras con técnicas modernas han fallado debido a la falta de tejidos sobrevivientes.

Lo que más frustra a los arqueólogos, acostumbrados a discutir los detalles más minúsculos, es que nadie sabe realmente de dónde provino el hueso ni cuándo fue hallado. Al parecer fue recogido cuando una sequía dejó al descubierto un vasto sector del lecho del lago Chapala entre 1947 y 1956.

El arqueólogo Stanley Davis, cuando estaba en Texas A&M, pasó varias temporadas acompañando a Solórzano en inspecciones de la región y dijo haber localizado lugares que le gustaría investigar más.

Davis dijo que otros huesos humanos en la misma zona que tienen de 6 mil a 7 mil años no tienen la coloración oscura mineral hallada en las otras muestras.

Agregó que la zona de Chapala es interesante porque el lago es muy antiguo y sitio probable para que se hubieran internado posibles migrantes que llegaran a las costas.

Pero relativamente poca gente ha investigado el lugar. Hasta hace poco, los arqueólogos mexicanos tendían a concentrarse en las espectaculares culturas indígenas olmeca, maya, azteca y otras que surgieron en los últimos 3.000 años más o menos.

Davis dijo que los descubrimientos en la zona de Chapala incluyen 12 cráneos dispersos de una especie equina extinguida hace mucho.

"Varios dientes del ciervo barasinga (cervus duvaucelii, o swamp-deer en inglés) fueron estriados, aparentemente para usar en un collar, dijo. Un examen de radio carbono reveló que uno de ellos tenía unos 20 mil años. "Esto nos indica que puede haber algo...", comentó.

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