El reto más duro de las personas con capacidades diferentes es enfrentar a la sociedad
Un sinnúmero de personas llegan a este mundo con alguna discapacidad. Quizás sus ojos jamás podrán conocer los colores, sus oídos no escucharán las notas musicales de una canción, o bien, no sabrán lo que es correr por el campo, pero ahí están, son parte de nosotros y muchas veces un ejemplo a seguir.
Aún con esas carencias, ellos se superan y enfrentan todos los retos que la propia sociedad les impone al no tomarles en cuenta en varios aspectos, tal vez porque no se tiene conciencia de que en cualquier momento la discapacidad puede llegar a la vida del ser humano.
Hoy es el día en que se conmemora a las personas discapacitadas, aquellas que luchan por alcanzar metas que para otros pasan inadvertidas, aunque pocos de ellos conocen esta fecha.
Doña Juana Velázquez Valdez es parte de los duranguenses discapacitados, pero nunca imaginó que estaría dentro de las estadísticas.
Hace 32 años que le diagnosticaron diabetes, una enfermedad crónica degenerativa que encabeza la lista de mortalidad entre la población del estado. Con el paso del tiempo, aprendió a convivir con su padecimiento, pero hace dos años tuvo una seria complicación en su pierna izquierda.
Pese a los esfuerzos de los galenos, le amputaron el miembro de su cuerpo afectado, lo cual fue un duro trance, difícil de soportar. ?Fue algo muy doloroso, pues uno no está impuesto a esas situaciones. Yo nunca imaginé que me pasaría algo así?, cuenta ahora sentada en un silla de ruedas.
En espera de ser atendida en el Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE), en compañía de su hija Martina, señala que los primeros seis meses después de su operación estuvo sumergida en una fuerte depresión, no quería la silla de ruedas y mucho menos la prótesis. Pero poco a poco fue aceptando su nueva condición.
Ahora el mundo es muy distinto, ya no puede moverse con libertad en las calles del centro de la ciudad, necesita quién la apoye, ante la cantidad de gente que viene y va con las prisas de la rutina diaria. Por eso, opina, ?no estaría mal que más personas le echaran la mano?.
Un caso similar es el de Leopoldo Vázquez Torres, originario del municipio de San Dimas. También hace dos años que perdió su pierna derecha a causa de la diabetes.
Hombre campesino que careció de la atención médica apropiada, señala que de pronto le salió un callo debajo de su ?dedo gordo? y se le infectó. No hubo más remedio que amputar la pierna, pero él aceptó la medida porque el dolor era insoportable.
Con muletas, el varón establece que ahora ya no puede trabajar en el campo, así que sus familiares le prestan auxilio monetario. Pero además, no puede trasladarse a la ciudad de Durango y recibir terapia muy seguido ya que, dice, en el ejido donde vive sólo hay camiones cada ocho días.
Y cuando llega a la urbe capitalina se encuentra con otro panorama complicado. Andar en el transporte público es un problema. Debido a que apenas se acostumbra a su situación, establece que no puede caminar rápido, no tiene fuerzas. Y subirse a los microbuses de las rutas requiere tiempo, el cual muchas veces no están dispuestos a perder algunos choferes que deben ganarle al reloj checador.
Con sus 54 años de vida, en espera de ser atendido en el CREE, dice con preocupación que a veces falta a sus consultas, ya que la economía cada vez está peor.
NUMERALIA
35 mil duranguenses con discapacidad