Virginia Beach (EU), (EFE) - Sin ninguna enfermedad o malestar, salvo los propios de la edad, la mujer hispana más anciana del país cumplió 112 años.
Consuelo Moreno López, nacida en Tánger e hija de padres españoles, podría ser también la segunda mujer más vieja del país, pues el trono a la longevidad se le atribuye, al menos hasta este momento, a una mujer de origen alemán radicada en Connecticut, con 113 años.
"Mi madre está mejor que todos nosotros. Luce fantástica, come bien y nada le duele", dijo su hijo mayor José Antonio Romero, de 76 años.
"Lo único que tiene es la edad, y nada más", agregó Romero, quien reconoció que él mismo ya no sabe si son 112 ó 113 años los que cumple su madre.
La fiesta de cumpleaños se celebra en la clínica-hogar donde Consuelo vive desde hace algunos años, en pleno centro de Virginia Beach, una localidad costera a unas tres horas de distancia de Washington.
"Esta vez también habrá pastel, globos y regalos, pero no será una gran fiesta como cuando le festejamos sus 110 años", dijo su nieta María Williams, de 64 años, residente en Virginia Beach.
"Nos vamos a reservar el gran día de fiesta para cuando cumpla los 115, o al menos los 113, ya que es tradición un mayor festejo cada tres años", dijo la nieta, cuya madre, de 83 años, "luce tan sana y fuerte que yo juraría que también rebasará el siglo sin mayor problema".
Casi todos los familiares de Consuelo viven en esta localidad turística, y ya suman cinco generaciones. Entre Consuelo y su tataranieto más joven hay una diferencia de 93 años.
Consuelo Moreno López nació el 31 de enero de 1892 en Tánger, que entonces era una ciudad española, donde vivió hasta los 73 años, con tres ocupaciones eternas: la familia, la confección y la cocina. En el año 1964 se trasladó a Estados Unidos.
A la edad de 105 años doña Consuelo se convirtió en la mujer más vieja en adoptar la ciudadanía estadounidense, cumpliendo así uno de sus grandes deseos, según recuerdan sus familiares.
Muchos otros deseos se le han hecho realidad en su larga existencia, menos uno: la muerte.
"Creo que Dios ya debería recogerme, ya es hora", dijo Consuelo el día que cumplió 110 años.
"Constantemente se queja de que Dios no se la quiere llevar", explicó su nieta Williams.
"Si se lleva a tanta gente más joven, por qué a mí no me quiere llevar", suele decir con cierto enojo la longeva mujer, según versiones de sus familiares.
Aunque nadie duda de que tiene 112 años, Consuelo no aparece en ninguna lista de "supercentenarios", ni jamás ha figurado en el Libro Guinness de los Récords.
Los llamados "supercentenarios", personas de 110 o más años, se cuentan en todo el mundo con los dedos de una mano.
La constatación de la edad de los "supercentenarios" es un tema complejo porque en algunas sociedades o pueblos del siglo XIX no era común que se extendieran partidas de nacimiento, mucho menos si se trataba de esclavos.
Este fue el caso de la ex esclava brasileña Maria do Carmo, que en el año 2000 alegaba haber nacido en 1871, en Minas Gerais, por lo cual su edad al iniciar el nuevo milenio era de 129 años.
Pero al carecer de documentos probatorios, se fue a la tumba sin ceñirse la corona de la longevidad, que debe ser, entre todas las coronas existentes en el mundo, la más efímera.
En 2002, para citar otros casos no autentificados, se creía que la mujer más vieja era Elizabeth Israel, nativa de República Dominicana, a la que se le achacaban 125 años, pero sus documentos no pudieron ser corroborados.
En cambio, Consuelo, aseguró su nieta, "tiene acta de nacimiento, de bautismo, de boda y de la primera comunión. Yo tengo en mi poder toda esa información que verifica su edad".
En vista de la muerte el año pasado de quienes eran considerados los seres humanos más viejos del planeta, con edades de 113 y 114 años, los familiares de Consuelo ya iniciaron los trámites de reconocimiento de su edad.
El Centro de Estudios de los Centenarios de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston está revisando todos los documentos relacionados con su edad.