EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Historia de Hugo

Sergio Sarmiento

“El horizonte está en los ojos y no en la realidad.”

Angel Ganivet

Es una de esas historias que los gobernantes quisieran eliminar de los medios de comunicación. Son, según ellos, producto del sensacionalismo y del amarillismo: sólo sirven para crear una percepción equivocada de que la delincuencia está en aumento cuando las estadísticas nos demuestran lo contrario.

El caso le ocurrió a un niño de seis años identificado por las autoridades como Hugo N. El pequeño fue secuestrado el 16 de junio. Los captores exigieron un rescate de cuatro millones de pesos. Los padres, personas de modestos recursos de Ciudad Nezahualcóyotl en el estado de México, aceptaron la consabida demanda de no presentar una denuncia ante las autoridades y negociaron en cambio durante semanas una reducción en el rescate que se les pedía. Finalmente lograron reunir 420 mil pesos, que los secuestradores, después de mucho rezongar, aceptaron.

Gustavo Martínez, padre del pequeño, recibió la instrucción de trasladarse a Tuxtepec, Oaxaca, para entregar el dinero reunido. Esto se hizo finalmente el 19 de julio. Pasaron seis días sin que se supiera nada del niño. Finalmente los secuestradores lo dejaron en libertad el 25 de julio y avisaron a la familia dónde se encontraba.

El padre acudió de inmediato a recoger al pequeño, quien tenía las manos cubiertas con guantes. Al retirar éstos encontró que los secuestradores le habían cortado a su hijo de seis años dos dedos de la mano izquierda: el anular y el meñique.

Ojalá que uno pudiera decir que este acontecimiento es realmente inusitado. Qué afortunados seríamos si realmente fuera verdad que dar a conocer éste y otros casos similares es un engaño que busca generar una percepción de inseguridad entre la gente. Pero desde hace ya varios años Daniel Arizmendi puso de moda entre los secuestradores la mutilación de los rehenes. Y en los últimos tiempos se ha hecho común que los secuestradores capturen a niños, porque saben que los padres harán hasta lo imposible para obtener su libertad. El caso de Hugo N. quizá no sea de todos los días, pero hace ya mucho tiempo que no es completamente inusual.

La Procuraduría de Justicia del Estado de México ha empezado ya su esfuerzo por tratar de localizar a los responsables del secuestro y mutilación de Hugo N. La experiencia nos dice, sin embargo, que es difícil que se les encuentre y se les capture. Más del 90 por ciento de los delitos que se cometen en nuestro país quedan impunes. Esto es particularmente cierto en el caso de secuestros en los que se inicia la investigación después de que el rehén ha sido liberado o ejecutado porque las pistas se han desvanecido.

Casos como éste impulsaron a cientos de miles de ciudadanos a manifestarse públicamente en contra de la delincuencia en las calles del Distrito Federal y de otras ciudades del país el pasado 27 de junio. Casos como éste siguen generando rabia entre los mexicanos.

Algunos políticos piensan que el crimen es un problema que afecta solamente a las clases privilegiadas. Consideran que no tiene sentido colocar el combate contra la inseguridad en el centro de un programa político porque sólo una minoría acomodada se preocupa por este tema. Quienes se manifestaron el 27 de junio son, a su juicio, personas pudientes que aprovecharon la marcha simplemente para estrenar ropas nuevas. Aquellos que mantienen esta posición, sin embargo, deberían preguntarle su opinión a la familia de Hugo N. de Ciudad Nezahualcóyotl. Esos mismos políticos nos dicen que no se puede hacer nada contra la delincuencia porque es una consecuencia natural del neoliberalismo. Mientras no se acabe con la economía de mercado, el crimen no se detendrá. Quienes mantienen esta posición piensan que la gente comete crímenes porque es pobre. Pero hay buenas razones para pensar que los secuestradores del pequeño Hugo tenían más dinero que la familia del pequeño.

Las autoridades federales, estatales y municipales siempre se han resistido a que historias como las de Hugo salgan a la luz pública. Por eso dedicaron tanto tiempo y esfuerzo para sacar del aire programas de televisión como Ciudad de desnuda. Por eso el ex presidente Ernesto Zedillo y el actual primer mandatario Vicente Fox han pedido a los medios no “hacer la apología del crimen”. Esto significa en lenguaje común y corriente no dar a conocer historias de nota roja. Las autoridades se resisten a estas historias porque dicen que generan una percepción de que el crimen aumenta, cuando todos sabemos que está disminuyendo.

Serafín

En Huautla, Oaxaca, Serafín García fue ejecutado a palos por simpatizantes del candidato priista Ulises Ruiz. Apuesto a que no se les hará nada a los homicidas pese a estar identificados porque se les protegerá por razones políticas.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 101312

elsiglo.mx