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Histórico vuelo del SpaceShipOne

EFE

MOJAVE, EU.- El éxito de la misión que elevó ayer a la nave SpaceShipOne a 100 kilómetros de altura, el límite del espacio exterior, pasará a la historia como un hito que abre las puertas de la carrera espacial a la empresa privada.

“Ha sido una experiencia alucinante”, dijo tras el aterrizaje un emocionado Mike Melvill, el primer astronauta a bordo de un vehículo no patrocinado con fondos públicos que alcanza los confines de la atmósfera.

SpaceShipOne aterrizó en el pequeño aeropuerto de Mojave, al sur de California, acompañado de White Knight, el avión nodriza que lo levantó a unos 15.2 kilómetros de altura.

Una vez desprendido del White Knight, Melvill encendió un cohete propulsor, que quema una mezcla de caucho y óxido nitroso, que lo elevó durante algo más de un minuto a una velocidad tres veces la del sonido.

La nave de diseño futurista permaneció durante unos tres minutos en el espacio exterior y posteriormente inició el descenso como un planeador.

Muy alborozado tras la hazaña, Melvill explicó que en esos minutos lanzó al aire una bolsa de caramelos de colores para verlos flotar en la gravedad, y se refirió a la belleza de la Tierra vista desde esa altura.

Preguntado sobre lo que haría a continuación, el piloto, de 62 años, soltó una carcajada: “Creo que me retiraré un poco a descansar y montaré en bicicleta”.

El astronauta dijo que lo único que le apenaba es que el diseñador aeronáutico Burt Rutan, pionero en nuevos tipos de aviones y quien puso en marcha el proyecto, y el multimillonario cofundador de Microsoft Paul Allen, que lo sufragó, no hubieran podido disfrutar de la experiencia de primera mano.

Esto, sin embargo, podría solucionarse en breve, ya que Rutan ha expresado su intención de volar “pronto” a bordo del SpaceShipOne, que tiene capacidad para tres personas.

El pionero de la aviación, que entre otras cosas tiene en su haber el diseño del avión ligero Voyager -el primero que dio la vuelta al mundo sin repostar, en 1986-, admitió que estuvo a punto de llorar de la emoción varias veces mientras seguía el vuelo en la sala de control.

Rutan y Allen están más cerca del premio Ansari X, que se concederá al primer equipo que envíe una nave con espacio para tres personas (un piloto y dos ocupantes o el peso equivalente) a una altura de 100 kilómetros y sea capaz de repetir la hazaña en dos semanas.

El ganador del Ansari X recibirá diez millones de dólares, la mitad de lo que se calcula costó llevar a cabo este proyecto que, en realidad, comenzó el pasado 13 de mayo cuando Melvill pilotó la nave en la primera misión en pruebas en la que ascendió a una altura de 65 kilómetros.

Melvill tiene más de seis mil 400 horas de vuelo a sus espaldas, muchas de ellas como piloto de pruebas, y también es vicepresidente de Scaled Composites, la firma dirigida por Rutan responsable de la misión.

Miles de aficionados a la exploración espacial, representantes de industrias interesadas en esa aventura y periodistas se congregaron en el aeropuerto de la pequeña localidad de Mojave para ser testigos de este hito y ovacionar la toma de tierra del SpaceShipOne.

Estos aficionados –11 mil- dan la razón a Rutan, un entusiasta de la carrera espacial que cree que estos vuelos no deberían ser coto exclusivo de los gobiernos ya que existe un gran contingente de “fans” deseosos de hacer realidad sus sueños y disfrutar de las vistas a bordo de una nave espacial.

Rutan dijo que los vuelos suborbitales, como el que se realizó hoy, estarán disponibles para el gran público en un plazo de diez o 15 años.

Pero la cosa no acabará aquí: “Los vuelos en órbita llegarán antes de lo que nos imaginamos”, dijo.

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