25 de marzo de 2004.
Madrid, (EFE).- La capital española rindió hoy homenaje a los más de 7 mil voluntarios, servicios de emergencia y ciudadanos anónimos que prestaron su ayuda a las víctimas de los atentados del 11 de marzo, los más graves en la historia del país.
La ceremonia comenzó con las doce campanadas del reloj de la Real Casa de Correos, sede del Gobierno regional madrileño, cuya fachada estaba cubierta con una gigantesca pancarta en la que se leía "Gracias Madrid" y reflejaba imágenes de las actuaciones de los distintos servicios de emergencia el día del brutal atentado.
A ambos lados, seis desplegables recordaban los nombres de los 190 fallecidos y los más de mil 900 heridos que causaron las explosiones de varias bombas colocadas en cuatro trenes.
El acto estuvo presidido por las principales autoridades madrileñas, encabezadas por la presidenta regional, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón.
Entre los más de 80 colectivos representados se encontraban bomberos, policías, personal sanitario, sacerdotes, psicólogos, forenses, voluntarios e innumerables empresas privadas.
Tras las notas del "Requiem", de Mozart, fue proyectado un vídeo en dos pantallas instaladas en la céntrica Puerta del Sol, que resumía aquel fatídico día con la frase "la vida se detuvo en Madrid y estalló en mil pedazos".
Carlos Herrera, quien también sufrió un intento de atentado por parte de la banda terrorista ETA, pidió a todos los madrileños que no olviden nunca "el día en que Madrid se convirtió en la capital del dolor y del horror" porque "unos terroristas intentaron acabar con su libertad".
Los responsables de la estación han trasladado los centenares de crespones negros, velas, dibujos, pancartas, ramos y coronas de flores, que desde un primer momento empezaron a instalar en el vestíbulo familiares y amigos como homenaje a las víctimas, a una zona vallada dedicada exclusivamente a estas muestras de recuerdo.
"Hasta que no se haga justicia seguiremos viniendo", aseguró hoy a EFE Miguel, primo de una de las víctimas, para quien volver a este recinto es una forma de "estar más cerca" de su familiar y de sentirse "arropado" por las muestras de cariño de los madrileños.
Sin embargo, ya no son los familiares de las víctimas quienes más acuden a Atocha, sino los madrileños anónimos, que no conocían a las víctimas, pero que han sentido su muerte como "algo propio" y no dejan de encender velas, rezar o simplemente leer las dedicatorias.
