Los primeros días de octubre han sido espléndidos en sucesos culturales para torreonenses y saltillenses. Las dos ciudades presenciaron la reapertura de sendas salas de espectáculos: el Gran Teatro Nazas y el Teatro de la Ciudad “Fernando Soler” respectivamente. Reaperturas, pues aunque ya existían, fueron remodeladas y ajustadas a los requerimientos de los espectáculos modernos.
Recuerdo que en 1952, poco después del arribo de la televisión a México, abrió sus puertas en Torreón un cine del tamaño y estilo emprendedor de los laguneros: muy grande. No memoricé el número de butacas que tenía el Cine Nazas, me parece que eran mil quinientas o dos mil. Resultaba impresionante asistir a una función en aquella inmensa sala. Con una película taquillera era turbador estar en medio de la multitud; pero si la cinta era un churro, era angustioso estar en la espeluznante soledad de miles de lunetas sin espectadores.
En sus primeros quince años el Cine Nazas mantuvo buenas, regulares y malas entradas, pero cuando la televisión llegó a formar parte del menaje hogareño, las cosas fueron de mal en peor ¿Cine gratis y en casa?, se preguntaba el público: ¡Pues qué maravilla! Y es que, en efecto resultaba práctico, barato y muy cómodo cenar con sazón casero y presenciar, al mismo tiempo, una película antigua del cine mexicano, acaso las mejores por el sabor que tienen de nostalgia.
La familia mexicana de los sesenta reía o lloraba en la sala de su hogar con las películas de Pedro Infante, Fernando Soler y Sara García sin comprar boleto en la taquilla de un cine. Se agregaba, entre otras ventajas, la seguridad para los adolescentes y las adolescentes que no saldrían del cine a la medianoche o en la última hora vespertina. Hasta las jovencitas tempranillas podían sentar a sus amiguitos en la sala de su casa para ver la TV con el resto de la familia.
Pasó el tiempo y aquel gran Cine Nazas erigido en Torreón por los señores Espinosa Iglesias, herederos del emporio cinematográfico Ultra Cinemas de México, propiedad de William Jenkins, empezó a resentir incosteabilidad y fue vendida ––Cine Nazas incluido–– a la gubernamental Compañía Operadora de Teatros, el monopolio nacional que había sido adquirido por el Gobierno de Luis Echeverría en una desgraciada medida populista.
Tiempo después, cuando otro Gobierno fundó TV Azteca el Cine Nazas fue agregado a su patrimonio para fortalecer sus activos fijos, pero otro Gobierno más, el de Salinas, privatizaría a finales de los ochenta la televisora con todo y Cine Nazas. La televisora fue adquirida por Ricardo Salinas Pliego quien posteriormente entregaría el inmueble a la Secretaría de Hacienda en compensación de impuestos adeudados.
El último episodio de esta saga es muy conocido: aquella gran sala cinematográfica fue adquirida hace un par de años por el Gobierno de Coahuila a instancias de los organismos sociales y culturales de La Perla de La Laguna con el propósito de convertirla en el centro de cultura que demandaba la sociedad. Para la construcción de lo que hoy es el Gran Teatro Nazas los empresarios laguneros invirtieron con ganas en su remodelación total, hombro a hombro con el Gobierno de Enrique Martínez y Martínez; así ahora tanto el Gobierno como los empresarios de Torreón integran el Patronato que lo administrará al servicio de la cultura lagunera.
Otro teatro inaugurado por el Gobierno esta misma semana es el Teatro de la Ciudad “Fernando Soler” de la capital del estado. Fue construido en 1979 por el Gobierno del profesor Óscar Flores Tapia, pero a casi 24 años de su inauguración requería un acondicionamiento moderno para ponerlo a la altura de los modernos espectáculos. Quedamos admirados por el trabajo y las innovaciones realizadas en un año y medio, pues en el Soler se instaló un nuevo lunetario para perfeccionar la óptica y la audición; así los espectadores podrán ver y escuchar en adelante, con perfecta claridad y desde cualquier ángulo, lo que se cante, hable y actúe en el amplio foro. Las paredes fueron revestidas con materiales acústicos para aumentar la sonoridad en la sala. Tras el escenario fue modernizada la mecánica teatral y se renovaron los camerinos y los baños, etc. Se instaló el aire acondicionado. El “foyer” conservó su forma original, pues el retrato al óleo de don Fernando Soler y las efigies de las musas griegas siguen luciendo en las paredes laterales. Además se colocó en la fuente colonial una hermosa anatomía de ornato ––¿Arcángel o Victoria?–– trabajada sobre madera de encino, estofada y policromada.
Ciertamente no son detalles lo que importa comentar, sino el hecho importante de que tanto Saltillo como Torreón cuenten ya, al mismo tiempo, con los grandes teatros que desde hacía tiempo requerían por su importancia cultural y demográfica. En adelante ya no habrá límites ni obstáculos para presentar cualquier espectáculo, por grande que sea. La tecnología y los aforos del Nazas y del Soler están a la altura de los mejores teatros del mundo y las obras que se pongan en sus escenarios lucirán y podrán ser costeables para los productores. El gobernador Martínez y Martínez ha sabido equilibrar, con buen sentido político, las inversiones culturales del Gobierno del estado en las dos ciudades más importantes de Coahuila. Esto y más será necesario hacer en adelante para que los habitantes de las regiones coahuilenses nos sintamos verdaderamente hermanos.