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Hora cero/El sistema

Roberto Orozco Melo

Ayer tuvimos necesidad de hacer un depósito urgente en un banco de la ciudad en que resido, Saltillo, pero no había “sistema”. El sistema se había caído y no se levantó, si es así vale decir, hasta cerca de las cuatro de la tarde. Lo bueno es que finalmente dio luces, se reanudó, volvió a jalar.

Los mexicanos somos nerviosos, nos ha crecido el colmillo y si nos hemos quemado varias veces con una taza de leche, ahora le soplamos hasta al jocoque. Una caída del sistema electrónico en los bancos despierta nuestras peores paranoias y nos pone alerta: ¿Se cayó el sistema digital en los bancos? ¿En fin de semana? ¿Viene una devaluación o qué caraja maldición nos viene?…

Inevitablemente recordamos que a nuestro país se le cayó el “sistema” el seis de julio de 1988 y que no se ha podido levantar desde aquel terrible entonces. Las malas consecuencias fueron muchas: Por esa caída electrónica Miguel de la Madrid logró imponer a Carlos Salinas de Gortari en la Presidencia de México para que éste restaurara en el país el más acendrado conservadurismo político desde los agitados años de Maximiliano, Miramón, Mejía y Lucas Alamán.

A ello se debió la defenestración de la ideología social desde el más alto piso del elevado edificio del PRI y por poco más se cae el inmueble mismo. A tal derrumbe se acredita que el Estado mexicano renunciara a sus facultades en materia económica, vendiera las empresas paraestatales que eran parte de sus activos, abandonara toda legítima intervención en el mercado y entregara, chonchita, a la Nación sobre el catre del libre comercio: “Hagan ustedes de nosotros lo que quieran, papi Bush y socios que lo acompañan”…

Al mismo tiempo Salinas demolió de un plumazo la institución de la reforma agraria, que tanta sangre y sacrificios había costado a los campesinos mexicanos. Los dejó sin Banco Rural, cerró la Conasupo y despobló las áreas rurales. Todo con el espejismo de los mal pagados empleos en las maquiladoras. Además creó o pervirtió las instituciones financieras que hoy explotan por igual a los mexicanos: las Afores, el IPAB, el Infonavit, etc. También desnacionalizó la banca y la entregó a manos de los oficiosos intermediarios quienes después la cedieron y no por una pichuela, a los banqueros ingleses, canadienses, españoles, estadounidenses, etc. que no vienen a perder. Por lo tanto emergió el cero crédito a los pequeños empresarios, al financiamiento agrícola, a los préstamos personales; pues “¡Oh! yes, los mexicanos boenos para pedir y mucho malos para pagar”…

Las leyes se acomodaron a la mayor seguridad de los banqueros; se inventó, paralela al peso, una virtual moneda: las Udis, (Unidades de Inversión). De repente los matrimonios jóvenes, que contrataron créditos en pesos para comprar sus pequeñas casas, se encontraron con que las famosas Udis no funcionaban a su favor, sino en su contra y que ahora les cuestan más que el peso, mientras que sus ingresos están en la congeladora o se han quedado sin trabajo... Viven aherrojados en planes de crédito que sólo podrán liberar si Dios les da vida, dentro de 25, 30 ó 40 años más a sus vencimientos… siempre que pagan mensual y puntualmente la cantidad de Udis que el santísimo banco impone sobre el capital contratado.

Hagamos a un lado el triste, frustrante episodio de Luis Donaldo Colosio. Vino Ernesto Zedillo como emergente con la misión de cumplir otra de las condiciones secretas impuestas al presidente De la Madrid: sacar al PRI de Palacio Nacional. El dos de julio del año 2000 no se cayó el sistema ni cualquier otra cosa; se cayó el candidato Labastida y se tambaleó el rascacielos priista. Tumbarlo había sido el propósito del Gobierno de Washington. Le estorbaba por su raigambre popular ––ahora le dicen populista–– y por su ideología social. En las elecciones de 2000 salió avante el candidato Fox, pero el PRI ganó la Cámara de Diputados. En 2003 se repitió el triunfo legislativo y pronto se sabrán los resultados electorales del año 2006. Tanta espera desespera a nuestros socios comerciales: faltan casi dos años completos para tener el control total del Gobierno mexicano, o para de una vez no tenerlo…

La situación política parece ser la misma de 2000, sólo que ahora el negro de la feria no es el PRI, sino el PAN. En el camino de ambos hacia la Presidencia se atraviesa un socialista: Andrés Manuel López Obrador... Ante las presuntas candidaturas del PRI y del PAN, el PRD adquiere fuerza con López Obrador, pero éste enfrenta, a su vez, a un serio contrincante en su partido: Cuauhtémoc Cárdenas. A los estadounidenses no les asustaría tratar con Cárdenas, como no les espanta tratar con Lula Da Silva, el presidente izquierdista de Brasil. Pero con AMLO…

La experiencia en los comicios de 1994 a 2004 ha sedimentado mayores dosis de sabiduría en los electores mexicanos y ninguno va a aceptar gato por liebre bajo cualquier escudo de partido. El caso López Obrador es un signo evidente de que el actual Presidente lo sabe y por ello se mueve en el campo de las decisiones políticas con desesperación. Como Fox en 2000, López Obrador tendría a su favor la fuerza, no sé qué tan ciega, del pueblo… y además la de uno que otro hombre de negocios, quienes, como sabemos, no tienen ninguna carta aborrecida…

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