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Hora cero/¿Pide al pasado que vuelva?...

Roberto Orozco Melo

Como toreros antes de las corridas, los candidatos a la presidencia municipal de Mérida, en Yucatán, se levantaron temprano, hicieron un rato de gimnasia y revisaron los periódicos del día; mal despacharon un plato de fruta, dos huevos y panuchos con café; luego, siempre con el oído puesto en el imprescindible teléfono portátil, entraron al baño, hicieron del cuerpo, cepillaron sus dentaduras y sometieron sus humanidades a la ducha. Las abluciones son importantes para quienes aspiran a un cargo público por medio del voto. El día de los comicios saludan a miles de personas, y por lo tanto deben lucir aseados y bien vestidos, sin lujos. El ejercicio democrático exige modestia en el atuendo, en la conducta y en el trato.

Para uno de ellos el domingo 16 de mayo era un día importante. Víctor Cervera Pacheco volvía de un obligado retiro político después de haber gobernado a Yucatán; pero ahora no aspiraba a ese cargo, sino a la Presidencia Municipal de Mérida, a cuyo frente estuvo en sus lejanos años de novillero político. Después ocupó cargos legislativos federales y una secretaría de Estado. Se decía que la ciudad donde tendría lugar el duelo político iba a estar reventando de electores.

A la hora de la verdad, el candidato priísta votó cerca de su casa, pero la foto que capturaron los reporteros gráficos no mostró a un ser optimista, sino a un político de rostro sombrío y preocupado.

El domingo en la noche fueron la radio y la televisión quienes anunciaron los resultados; ayer los repitieron los titulares de los diarios: El Partido Revolucionario Institucional perdió las elecciones municipales en Mérida, capital del estado de Yucatán, a manos de Acción Nacional. Qué lamentable para una organización política como el PRI, pero qué triste para Víctor Cervera Pacheco que se arriesgó a la derrota en aras de un casi imposible regreso a la política.

Los políticos, como los buenos toreros, suelen enfrentar en algún momento de su vida la tentación del retorno. Les viene un segundo aire una vez que han vivido años tranquilos, sentados en la mecedora “kennedy” con un libro en la mano o mirando aburridísimos programas de televisión; a al esculcar cajones llenos de fotografías con imágenes de los años gloriosos, carpetas con recortes periodísticos elogiosos, cartas laudatorias y mensajes de congratulación por equis o zeta motivos.

Son días encerrados cabe la egoteca que cada político tiene en su domicilio para dar rienda suela a la nostalgia; lo hacen en completa soledad, y así nadie podrá ver aquella solitaria, inoportuna lágrima que brota de sus ojos y recorre las arrugas de sus rostros. Pero luego, un día cualquiera, en el reducido grupo de fieles amigos, un vivo dirá, al desgaire, como no queriendo: “Pues ái comentan los amigos que tu podrías volver a la política, a la mejor en las próximas elecciones municipales” Los yucatecos llaman a esto “el arte del cultivo” Tú eres, tú puedes, tú debes. Y el cultivado cae redondamente.

Políticos que antes probaron el sabor del triunfo y después paladearon la amargura de la desgracia, sienten latir su corazón un poco más de prisa, como si les hubieran inyectado adrenalina; si acaso estuvieran frente al espejo advertirán más brillo en sus ojos y sentirían la misma sensación de aquella primera vez en que fueron “alguien”.

Tal noche no dormirán, ni tendrán ganas de hacerlo. Sentirán renacer sus facultades, y en un paroxismo optimista decidirán que sí, por qué no, claro que yes: ¡le entramos a la lucha!...

No existe un consejero áulico que les advierta: “Cuidado, puedes caer más al fondo, son otros tiempos, no gastes lo que no tienes y menos lo que no estás seguro de ganar” Pero ¿quién detiene al toro semental cuando busca a la vaca? Así se embarranque pondrá en juego todo su vigor y sus músculos para ir tras ella. No hay reincidente que le eche cálculo al asunto. Mis abuelas dirían: “Imperios enteros se han ido en esos resbaladeros”...

No se da como definitiva la derrota de Víctor Cervera, pero los datos son indicativos, y él ha de saber hasta dónde pueden ser auténticos. Ahora es oposición y como tal puede usar los mismos recursos de pataleo que usaron los panistas cuando el PRI ganaba, como Cervera dice que ganó: con compra de votos y varia truculencia.

La moraleja del cuento debería servir al PRI, aunque si se confirman las sumas electorales, ya no será útil para Cervera Pacheco: Nadie puede pedir que vuelva el pasado...

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