MEXICO, DF.- Es imagen, prestigio, orgullo... Es Hugo Sánchez, con una lengua tan larga como fiable. Capaz de vaticinar su éxito en España con 23 años y recién llegado al Atlético de Madrid, o asegurar que Pumas no sería campeón hasta que él regresara a dirigirlo, luego de que Javier Jiménez Espriú, entonces vicepresidente de Pumas, lo echó en el Invierno 2000.
Sólo de la mano de sus goles o su estrategia parecería que Universidad puede ser campeón. La única excepción a esa regla es aquel título obtenido en 1990-91, de la mano de Miguel Mejía Barón, Tuca Ferreti y toda esa generación de Pumas. Ese título es el único con el que nada tuvo que ver Sánchez Márquez.
Y es que el campeonato mexicano se pintó de azul y oro precisamente hasta el año en que el llamado ?Niño de Oro? tuvo su debut profesional con Pumas, en la temporada 1976-77.
Desde los 11 años los sueños de Hugo estaban fijos en Héctor y Horacio, sus hermanos mayores, que jugaban con Pumas, pero que él no podía imitar porque para entonces sus padres no lo dejaban ir, desde la Jardín Balbuena hasta Ciudad Universitaria, a los entrenamientos.
Fue hasta que terminó la primaria cuando al fin llegó a la clase infantil de Pumas, para ser forjado por entrenadores como: Roca, Salazar, Alpízar, Campos y Pedro Ortiz.
Para 1972 y con 14 años, Hugo vio incrementada su ansiedad por tomar el mismo camino que su hermano Horacio, quien partió hacia los Juegos Olímpicos de Munich, Alemania, como integrante de la selección de futbol. Sólo tuvo que esperar durante otro periodo olímpico para ver cumplido ese sueño.
A su regreso de las Olimpiadas de Montreal, Canadá, 1976, la aparente dependencia universitaria de la estela que Hugo, comenzó.
Fue el año de su primer contrato profesional y de su primer título de liga, así como del Universidad, junto a figuras de la talla de José Luis ?Pareja? López, Héctor Sanabria, Leonardo Cuéllar, Muñante, Cabinho.
Así inició la primera época de oro, que culminó con la partida de Hugo a Europa para jugar con el Atlético de Madrid, no sin antes dejar otro campeonato en las vitrinas universitarias en la campaña de su despedida (1980-81). Ese año ganaron también el torneo de Campeones y Subcampeones de la Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Futbol (Concacaf).
El regreso a casa
Su vuelta a la guarida felina en el Verano 2000, para recomponer el maltrecho prestigio universitario de la década de los 90s, tuvo su primer escollo en la figura del entonces vicepresidente ejecutivo de los Pumas, Javier Jiménez Espriú, quien prácticamente lo echó de la dirección técnica en el Invierno 2000.
Ese día comenzó sus ensayos de profeta: Hugo advirtió que Pumas no sería campeón hasta su vuelta. Pumas vivió una etapa negra que los metió, incluso, en problemas de descenso, ante lo que la directiva debió reestructurarse. Jiménez Espriú salió del equipo y Hugo regresó.
A pesar de que en el Invierno 2001, año en que volvió al timón, él y sus felinos terminaron en el fondo de la tabla general, aseguró que ese fue el punto de partida para ver a unos Pumas campeones, los mismos que acapararon el Clausura 2004, el Campeón de Campeones, el trofeo Santiago Bernabeu, y hoy son los primeros bicampeones en la historia de los torneos cortos en México.
