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Imperio benigno/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Quieren que huyamos de Irak y destruyamos las esperanzas democráticas del pueblo iraquí”. George W. Bush, 13 abril 2004

Chicago, Illinois, Estados Unidos.- El mundo tiene una visión de Estados Unidos como una gran potencia imperial que impone su Ley presionando o invadiendo a otros países. Los estadounidenses, en cambio, se ven a sí mismos como ciudadanos de una potencia benigna cuya función es llevar la libertad y la democracia al mundo.

Esta enorme diferencia en perspectiva es el marco en el que estamos viendo la actual violencia en Irak. El presidente estadounidense George W. Bush y muchos de sus compatriotas realmente estaban convencidos de que los iraquíes los recibirían como libertadores. No han entendido por qué hay resistencia a una ocupación benigna cuyo único propósito es darle a los iraquíes libertad y democracia.

Abril ha sido el mes más cruel de la ocupación desde que el Presidente de los Estados Unidos declaró, en mayo de 2003, la victoria de su país en la guerra contra Irak. Tan sólo en los 15 primeros días de este mes 86 estadounidenses han perdido la vida y 561 han sido heridos en actos de violencia. Desde que empezó la guerra en marzo de 2003 los muertos estadounidenses ascienden a 672. No hay un registro de cuántos iraquíes han perdido la vida.

Quizá la ocupación estadounidense tenga el propósito de ayudar a los iraquíes a vivir en libertad y democracia, pero las cifras de muertos que realmente interesan a las autoridades estadounidenses son las de sus compatriotas.

En una conferencia de prensa el 13 de abril el presidente Bush anunció que, si bien se mantiene la fecha prevista de 30 de junio para entregar el mando de Irak a las nuevas autoridades iraquíes, Estados Unidos no retirará todavía sus tropas de Irak. El Mandatario se da cuenta de que la salida del ejército estadounidense simplemente generaría un vacío de poder que haría que estallara una verdadera guerra civil. El hecho de que permanezcan las tropas estadounidenses en Irak, sin embargo, asegura que seguirán los actos de violencia en contra del Ejército de ocupación.

El presidente Bush y sus colaboradores siguen insistiendo que la presencia militar estadounidense en Irak cuenta con el respaldo de la mayoría de los iraquíes. “La violencia que hemos visto es un intento de crueles grupos extremistas por conseguir el poder -dijo el Presidente en su conferencia del 13 de abril—. No es una guerra civil. No es un levantamiento popular.”

Bush parece imbuido de una certeza moral característica de los “cristianos vueltos a nacer”, grupo religioso al cual pertenece. Esta certeza es compartida por millones de estadounidenses convencidos de que “América” puede ser un país militarmente poderoso pero no una potencia imperial en el viejo sentido del término. En una visión maniquea del mundo piensan que la fuerza del Ejército de Estados Unidos se emplea sólo para propósitos benignos. La misión de este imperio, radicalmente distinto a todos los que han existido en el pasado, es promover la libertad y la democracia.

Esta visión no ha impedido, por supuesto, que Irak se convierta en un peligroso tobogán para las tropas estadounidenses. La resistencia contra la ocupación estadounidense se ha vuelto cada vez más general. Es muy significativo que los shiitas iraquíes, opuestos tradicionalmente al régimen del sunnita Saddam Hussein, se encuentren ya en plena rebelión contra los estadounidenses, especialmente en la ciudad de Fallujah. Y cada muerte shiita a manos de tropas estadounidenses genera nuevos agravios y más resistencia ante el invasor.

Difícilmente esta intervención terminará, como lo desea el presidente Bush, con el establecimiento de un régimen liberal y democrático en Irak. Una elección realmente libre generaría con seguridad un régimen opuesto a las libertades individuales. Las tropas estadounidenses tendrán así que mantenerse en Irak para controlar el país. Y esto significa que se seguirán sucediendo actos de violencia.

Pero además los estadounidenses y el mundo seguirán viendo la intervención desde perspectivas muy distintas. Para los estadounidenses se tratará de una ocupación benigna y humanitaria. Para el mundo y especialmente para los iraquíes, seguirá siendo simplemente una ocupación militar.

Doctrina Estrada

Al final México votó por condenar a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, como se lo pidió telefónicamente el presidente Bush al presidente Fox hace unos días. Antes del voto el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, el panista Juan de Dios Castro, afirmó que la Doctrina Estrada “ha sido rebasada para bien”. El principio de no intervención en los asuntos internos de otros países ya no se aplica, pues, en la política exterior mexicana.

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sergiosarmiento@todito.com

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