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México, DF.- La bomba de Hiroshima y la derrota de Alemania en 1945 pusieron punto final a la Segunda Guerra Mundial, que canceló dos versiones de Juegos Olímpicos y provocó, además de millones de muertes y naciones devastadas, la pérdida de una generación de atletas futuros campeones olímpicos.
De 1936 a 1945 se vivieron en Europa años de oscuridad por un largo periodo de conflictos armados. El negro panorama y los aires de guerra que se respiraron en los Juegos Olímpicos de Berlín, donde quedó al descubierto la vocación bélica del Estado alemán encabezada por Adolfo Hitler, no impidió que algunas ciudades lanzaran su candidatura para organizar los Juegos Olímpicos.
En la sesión de Berlín, en julio de 1935, el COI otorgó la sede de los Juegos de la XII Olimpiada a Tokio, ciudad que venció a las aspirantes Barcelona, Budapest, Buenos Aires, Dublín, Helsinki, Lausana, Londres y Roma.
Con la elección de Tokio, el COI estaría por iniciar la difusión del movimiento olímpico en el Continente Asiático, donde también se llevarían a cabo los Juegos de Invierno en Sapporo, en la isla japonesa de Hokkaida.
En 1937 estalló la guerra chino-japonesa y los preparativos de la competencia deportiva tuvieron que ser cancelados de manera definitiva el siete de julio de ese mismo año. En una decisión apresurada el COI entregó la sede los Juegos a Helsinki, que al igual que Londres se ofreció a organizarlos.
Por segunda vez, en cuatro décadas de olimpismo moderno, la guerra echó por tierra el entusiasmo deportivo, ya que Finlandia fue invadida por las tropas soviéticas en momentos en que el conflicto armado se extendía por toda Europa.
La volátil situación en la región y el cambio en dos ocasiones de la sede para los XII Juegos hizo imposible turnar la organización a otra ciudad, pero tampoco se podía concebir una competencia deportiva en medio de las balas y los tanques de guerra. La decimosegunda versión de la competencia olímpica quedó cancelada de manera definitiva.
El panorama para el COI se ensombreció aún más con la muerte el dos de septiembre de 1937 del barón Pierre de Coubertain, el padre del olimpismo moderno. Al entonces ex presidente del Comité Olímpico Internacional le sorprendió la muerte mientras paseaba por el parque de La Grange en Ginebra. Su cuerpo fue enterrado en Suiza, lugar donde fijó su residencia y su corazón, como lo dispuso en su propio testamento, fue embalsamado y enviado a Grecia para que permaneciera por siempre en la ciudad de Olimpia.
En la 38 sesión del COI celebrada en la capital británica entre el seis y el nueve de junio de 1939, se eligió a Londres como la sede de los XIII Juegos Olímpicos a celebrarse en 1944.
Pero el primero de septiembre de 1939 las tropas alemanas invadieron Polonia, con lo que se dio origen a la Segunda Guerra Mundial, la más devastadora que padeció la humanidad, pues en ella se contaron a 50 millones de muertos, entre civiles y militares, y 28 millones de inválidos.
La guerra se convirtió en un conflicto de magnitud mundial, con la entrada en ella incluso de varios países de América, entre ellos Estados Unidos y México con los aliados, mientras Japón se unió a los del Eje. El terrible contexto en que desarrolló el conflicto armado fue diferente a los anteriores pues en esta ocasión se daban cuenta de los campos de exterminio para los judíos y la bomba atómica, la primera en la historia.
En 1945, tras seis años de guerra, cuando la derrota de Alemania estaba por concretarse, los ejércitos rusos llegaban a Berlín y los estadounidenses desembarcaban prácticamente en toda Europa, la bomba de Hiroshima puso punto final a la guerra.
En el periodo bélico que dejó dos Juegos Olímpicos cancelados, la presidencia del COI sufrió cambios. El seis de enero de 1942 murió el conde belga Baillet-Latour, quien fue sucedido en el puesto por el vicepresidente del organismo, el sueco Sigfrid Edstrom, quien con poca experiencia se mantuvo hasta la firma del armisticio.
Al final de la guerra, Edstrom fue elegido oficialmente como presidente del COI y como vicepresidente el estadounidense Avery Brundage.
La ciudad de Londres, que fue elegida como sede para los Juegos de 1944, que fueron suspendidos, fue confirmada para llevar a cabo la organización de la XIV Olimpiada en 1948.
Los años de la posguerra fueron difíciles para los países involucrados en la conflagración, los horrores vistos en los campos de batalla y el holocausto que sufrió el pueblo judío dejaron hondas heridas en la especie humana.
Londres, una de las tantas ciudades europeas destruidas por los misiles enemigos, recuperó en dos años de arduos trabajos de reconstrucción parte de la economía, la cultural y la actividad social y deportiva de la que gozaba hasta antes de la guerra.
Pese a la parcial recuperación, las perspectivas en los preparativos no fueron halagüeñas. Los costos de la guerra ya se resentían y ello afectó la organización de los XIV Juegos Olímpicos de Londres 1948, conocidos como los de la austeridad.