El Partido de la Revolución Mexicana (PRD), a través de algunos de sus militantes y de su dirigencia, está incurriendo en acciones de absoluta incongruencia.
Su actitud crítica a acciones u omisiones de gobiernos encabezados por otros partidos es feroz y constante, al tiempo que en el ejercicio de gobierno, es por demás condescendiente, justificador y hasta cínico, sin ningún rasgo de autocrítica en las medidas de sus correligionarios, con absoluto sentido de autocomplacencia y justificación, incluso de lo injustificable, alegando siempre la teoría del complot.
Por ejemplo tenemos la reacción de Leonel Godoy, quien hace unas semanas encabezaba a las personas y grupos políticos que propugnaban incluso una reforma constitucional para limitar el derecho activo a ser votados para cargos de elección popular en la cúspide del Poder Ejecutivo para parientes consanguíneos en primera línea y para consortes de actuales mandatarios, lo cual no obstó para permitir la postulación al Gobierno de Tlaxcala de parte de María del Carmen Ramírez, esposa del actual gobernador, Alfonso Sánchez Anaya.
Acción que contrasta radicalmente con esa crítica mordaz que mantuvo el referido dirigente partidista contra la posible postulación a la pre candidatura para la Presidencia de la República de Marta Sahagún, al considerar que habría de hecho una reelección presidencial, razonamiento este último que en lo particular me parece muy acertado, no así por supuesto el solapamiento a la candidatura por la gubernatura tlaxcalteca de la esposa del actual Gobernador y además senadora de ese Estado, cargo que consiguió coincidentemente siendo ya su marido el mandatario del pequeño pero hermoso Estado del centro del país.
Cuando un partido se encuentra en la oposición, le resulta muy fácil ejercer una acción continua de crítica a todo lo que haga o deje de hacer la persona y el partido que ejerce el poder.
Desde ese punto de vista resulta sumamente fácil la postura de Leonel Godoy y todos los vocingleros perredistas al acusar de reeleccionistas y constitutivas de cacicazgos o perpetuaciones de poder, las intentonas de Martita por conseguir la postulación presidencial y así evitar el exilio ranchero en San Cristóbal, Guanajuato, para una mujer con ansia desmedida de poder.
El problema es que habiendo conseguido hace seis años que un precandidato priista molesto porque la postulación dentro del partido tricolor no lo benefició a él, dejara ese partido y aceptara la postulación que le presentara el del sol azteca y con ello llegara a la gubernatura de Tlaxcala, llevando al PRD a detentar por la vía de los precandidatos prisitas no nominados, las titularidades de los poderes ejecutivos de varios Estados, cae automáticamente dicho partido en una enorme incongruencia, puesto que lo que ataca en el caso de la Presidencia de la República lo auspicia en el caso de una gubernatura estatal.
La congruencia y la honestidad valiente no sólo se deben predicar desde la oposición, sino que se tienen que ejercer en el Gobierno.