EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Independencia

luis f. salazar woolfolk

La celebración de la Guerra de Independencia de México a convocatoria del Cura Hidalgo, es motivo de reflexión a ciento noventa y cuatro años del inicio de la gesta.

Once años después del Grito de Dolores, Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero consuman la emancipación de México respecto de España, mediante la suscripción del Plan de Iguala. Nacía un nuevo Estado mas no una nueva nación, pues ésta era preexistente.

La sociedad mexicana que en la fecha que celebramos obtuvo su carta de adolescencia, transita hacia su madurez en medio de enormes dificultades pero eso sí, orgullosa de sus raíces y responsablemente esperanzada en su porvenir.

En los tiempos actuales en que el planeta se ha convertido en una aldea global, la integración de los pueblos genera un fenómeno cultural complejo, que rebasa con mucho la mera producción y comercio de bienes y servicios.

A ello se debe que escuchemos voces que insisten que nuestro país ha perdido o está en vías de perder su independencia, en manos de nuevos imperios políticos, económicos y tecnológicos. Se habla de que la globalización amenaza nuestra identidad nacional y en esa medida, constituye un riesgo para nuestra soberanía.

Lo anterior requiere una reflexión objetiva, porque sin perjuicio de nuestro propio carácter e idiosincrasia, nada de lo humano nos resulta ajeno. La sociedad se estructura en una suerte de círculos concéntricos, desde la célula familiar doméstica hasta la comunidad mundial, pasando por los estadios intermedios de la ciudad, la provincia, el país y las áreas continentales que se implican entre sí en función de una interdependencia recíproca.

Cada uno de tales espacios es necesario, justifica su existencia y amerita ser preservado en sus límites, pues de ello depende el respeto al núcleo que es la intimidad personal, receptáculo de la dignidad humana que se nutre de la dignidad que le es propia conforme a su naturaleza, en el goce de los derechos de libertad y seguridad jurídica.

Los viejos debates sobre la preeminencia del hombre-individuo sobre la comunidad o viceversa, han sido superados por la visión del bien común de la sociedad, que se resuelve en los principios de solidaridad y subsidiariedad, como receta para conciliar los intereses de ambas vertientes de la humanidad, la individual y la colectiva.

Nuestra identidad nacional se compone de una serie de características que conforman el estilo y la vocación de lo mexicano, a partir de un común denominador que no obstante, implica diferencias en las distintas épocas de nuestra vida como pueblo y desde luego entre las diversas regiones que integran el suelo patrio. Esta diversidad y la natural evolución dinámica de la sociedad mexicana, no implica ninguna amenaza para nuestra identidad.

Nuestra cultura ni ninguna otra necesitan defensores, porque los modos de vida humana prevalecen o se extinguen, en función de su propia capacidad para permanecer o no.

En nuestro caso, las virtudes y defectos que son propias de nuestro carácter, acabarán por ser asimilados o corregidos según corresponda en el quehacer cotidiano.

Por lo que hace a las influencias del exterior, inevitables en este tiempo o en cualquier otro, aprestémonos a adoptar lo positivo como propio y desechemos lo negativo, convencidos de que la interdependencia entre los pueblos de la Tierra, es un fenómeno natural que no mengua la capacidad de autodeterminación de cada uno de ellos.

Si la definición de Patria corresponde a un pasado y a un destino común, reconozcamos que las circunstancias actuales han reducido el planeta a una aldea global y al celebrar nuestra Independencia nacional, aprestémonos a ubicarnos tanto en nuestra perspectiva doméstica local, como en la visión de la humanidad total como un gran pueblo.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 109489

elsiglo.mx