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India y Paquistán: acercamiento progresivo

Julio Faesler

Las medidas que India y Paquistán han ido aplicando para generar un ambiente conducente a la paz se producen en un tono de creciente aunque cauteloso optimismo.

Todas las propuestas de apertura presentadas por Atal Bijari Vaspayee, primer ministro de la India, han recibido una respuesta positiva por parte del presidente de Paquistán, el general Pervez Musharraf. Se están reanudado las comunicaciones terrestres y aéreas, se han facilitado visas, aumentan las visitas familiares y de negocios, se habla de cooperación regional y desde la semana pasada los indios que no fueron a Paquistán para el campeonato están pegados a sus televisiones siguiendo una larga serie de encuentros de críquet entre sus selecciones nacionales.

Hay mucha esperanza en que se cumpla el deseo de los dos pueblos de por fin llegar a un arreglo. Los vínculos familiares aún son fuertes. Aquí es frecuente hablar con indios que nacieron en el actual Paquistán y que aún tienen nexos familiares en ese país.

Sólo un detalle no ha coincidido exactamente con el ambiente positivo que tan cuidadosamente se está construyendo. Las recientes expresiones del general Musharraf, en un importante coloquio celebrado en Nueva Delhi, ante líderes de opinión indios, repitieron que mientras no se resuelva el problema de Cachemira las relaciones entre los dos países no se normalizarán.

Aquí algunos observadores vieron en esta reiteración un retroceso, otros interpretaron que la declaración del paquistaní líder estaba destinada a halagar la opinión pública de Paquistán.

Pero el ambiente político ha cambiado diametralmente desde 2002 en que peligraba una guerra nuclear. En 2003 y lo que va del año actual, el terrorismo transfronerizo desde Paquistán hacia la India se ha reducido significativamente.

La presión norteamericana y europea porque se arreglen las cosas, no es, desde luego, el único factor. Dentro del Gobierno indio hay confianza en que los numerosos intereses económicos y culturales acabarán por prevalecer. Paquistán no puede seguir sosteniendo el costoso esfuerzo bélico que drena recursos a razón de 3,555 millones de dólares anuales y que repone con los fondos que los Estados Unidos le entrega por ser su aliado en la guerra contra el terrorismo. La India por su parte no encuentra sensato seguir con una confrontación que le cuesta al menos una tercera parte de los 13,500 millones de dólares de su presupuesto anual de defensa y que a nadie aprovecha. La visión de los dirigentes de la India rebasa con mucho el gastado diferendo sobre Cachemira.

Por eso India quiere ampliar los pasos ya iniciados para construir lazos de confianza con Paquistán. Al aumentar los intercambios de todo tipo las relaciones bilaterales tendrán que ir mejorando. La cooperación en áreas como petróleo y agua también contribuirá.

Aunque esta tesis es rechazada públicamente como insuficiente por Musharraf que tiene que cuidarse de los extremistas que lo rodean, la verdad es que hay buena posibilidad de que acabe imperando en la práctica. La opinión mayoritaria en la India la avala y e igual sucede en Paquistán.

Nueva Delhi, 27 de marzo 2004

juliofaesler@hotmail.com

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