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Inicia la Cuaresma

25 de febrero de 2004.

Ciudad del Vaticano, (EFE).- El Papa pidió hoy a los cristianos durante el rito de la imposición de la ceniza, con el que comienza la Cuaresma, que dediquen todas sus atenciones al "problemático mundo de la infancia", y resaltó que los niños, "inermes y frágiles", necesitan ser defendidos y protegidos.

El Pontífice subrayó que la ayuda a la infancia es un modo concreto de vivir este tiempo de Cuaresma, sin olvidar las otras formas penitenciales, como la plegaria incesante, el ayuno, la abstinencia, la mortificación y la renuncia incluso a los bienes legítimos.

Por primera vez, Juan Pablo II ofició la imposición de la Ceniza en la Basílica de San Pedro del Vaticano y no, como era tradición, en la basílica romana de Santa Sabina.

Hasta el año pasado, todos los Miércoles de Ceniza se trasladaba hasta el Aventino, una de las famosas siete colinas de Roma, para presidir en la basílica de Santa Sabina el sugestivo rito.

La ceremonia comenzaba en la basílica de San Anselmo, desde la que emprendía una procesión que concluía en Santa Sabina. Juan Pablo II presidió la procesión hasta 1995, cuando, debido a la rotura un año antes del fémur de la pierna derecha, se decidió, para ahorrarle esfuerzos, que esperase la llegada del cortejo en Santa Sabina. Así, hasta este año, en que se decidió celebrarlo en el Vaticano para evitarle fatigas dado su delicado estado de salud.

Juan Pablo II, que vestía paramentos morados, recibió la ceniza de manos del cardenal secretario de estado, Angelo Sodano. Después, él las impuso a Sodano y a numerosos cardenales y obispos presentes.

El Obispo de Roma afirmó durante la homilía que la fórmula ritual "Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás" evoca la condición humana, que está marcada por la caducidad y la limitación y que la segunda parte "Convertíos y creed en el Evangelio" es una invitación a cambiar vida.

El Papa precisó que la Cuaresma es un momento para la conversión y agregó que los gestos exteriores de penitencia sólo tendrán valor si son la expresión verdadera de una cambio interior, si manifiestan la firme voluntad de alejarse del mal y de recorrer el camino del bien.

Juan Pablo II señaló que uno de los gestos para recorrer el camino del bien es acoger al prójimo, en especial a los niños, quienes, debido a su fragilidad, necesitan ser más defendidos y protegidos.

"Muchos y complejos son los problemas que afectan al mundo de la infancia. Deseo vivamente que a estos nuestros hermanos más pequeños se le reserven todos nuestros cuidados y nuestra solidaridad. Este es un modo concreto de traducir nuestro esfuerzo cuaresmal", afirmó.

Con motivo de la Cuaresma, el Papa hizo público recientemente un mensaje bajo el lema "El que acoge a un niño en mi nombre, a mí me recibe", con el que invitó a los creyentes a reflexionar sobre la condición de los niños, "que son el futuro de la humanidad", en el ambiente familiar y social.

En su mensaje denunció la violencia de los adultos contra los niños, entre las que destacó los abusos sexuales, el que sean obligados a trabajar y a prostituirse y "la tragedia" del Sida.

El Obispo de Roma dijo que son muchos los padres que "no dudan" en tener una familia numerosa y que sacrifican el éxito profesional y la carrera para poder transmitir a sus hijos los valores humanos y religiosos que dan el verdadero sentido a la existencia.

Juan Pablo II añadió que junto a tanta generosidad se dan casos de "egoísmo", de quienes no acogen a los niños, y que hay que denunciarlo. "Hay menores profundamente heridos por la violencia de los adultos: abusos sexuales, instigación a la prostitución, al tráfico y uso de drogas, niños obligados a trabajar, enrolados para combatir, inocentes marcados para siempre por la disgregación familiar y niños víctimas del infame tráfico de órganos y personas", denunció el Papa.

El anciano Pontífice no se quedó en esas denuncias y añadió: "¿qué decir de la tragedia del Sida, con sus terribles repercusiones en Africa?", y añadió que son millones las personas contagiadas y "tantísimas" desde su nacimiento.

Ante esa situación, Juan Pablo II no puede callar, por lo que subrayó en su mensaje: "La humanidad no puede cerrar los ojos ante un drama tan alarmante, ¿qué mal han cometido esos niños para merecer tanta desdicha?".

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