La visión de corto plazo; el ponderar el interés personal o de grupo sobre el de la nación y la imposibilidad en los hechos de despojar de referencias dogmáticas, partidistas, el diagnóstico de la situación real del país, se traducen invariablemente en un obstáculo insalvable para lograr los acuerdos que un país como México requiere con premura.
Si no bastara que el presidente Fox mantenga una suerte de duelo de descalificaciones, amagos y golpes bajos con el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador. Si no fuera suficiente que en San Lázaro priven los intereses de grupo y que los dirigentes de las principales fuerzas políticas del país se agoten en juegos malabares donde la premisa básica es frenar al contrario -aunque tenga la razón- habría que agregar el lastimoso espectáculo que brinda todos los días el diputado verde, Jorge Kahwagi, en la casa del Big Brother, para concluir que el gran problema que hoy padecemos todos los mexicanos es la inmadurez de nuestra clase política.
El dirigente nacional del Partido Acción Nacional, Luis Felipe Bravo Mena, lo reconoce y además acepta como válido el reclamo de la cúpula empresarial que denuncia inmovilidad en el país gracias al desinterés de los actores políticos.
Pero el reconocimiento no basta, como tampoco es suficiente que hoy se intente enjuiciar políticamente al diputado Kahwagi por no haber solicitado correctamente su licencia y que continúe cobrando como legislador mientras participa gustoso de los complots del “reallity show”.
Habría que sumar al esfuerzo de los líderes empresariales, una gran movilización ciudadana, que sin banderas partidistas ni premisas ideológicas, intentara por todos los medios, sacudir a quienes hoy tienen la responsabilidad de velar por los intereses de la patria, de todos los mexicanos y que simplemente no están haciendo su trabajo.
La madurez política no es opcional; es un requisito indispensable para poder enfrentar con éxito los retos que impone el amplio abanico de problemas que hoy padecemos los mexicanos. Nuestra clase política está rebasada por la encomienda; les queda grande el reto. Lo deben entender y en consecuencia, rectificar, pero son tan limitados que para ello necesitan la ayuda de todos los mexicanos.
Los empresarios gritan un ya basta; la sociedad está harta de complots y confrontaciones estériles. Ahora valdría la pena sumar contundentemente la voz de la sociedad civil para que gobernantes, legisladores y presidentes de partidos entiendan que ya no pueden seguir jugando con el presente y futuro del país.