Houston, (Notimex).- Amy Salazar, una inmigrante mexicana que llegó a Estados Unidos a los 19 años con sólo un cambio de ropa a sus espaldas, ha creado un negocio multimillonario en el sur de Texas fabricando las tradicionales paletas mexicanas de agua.
"No tenia nada. Ni dinero, ni maleta, nada; solo sueños", dijo Salazar al recordar la forma en que llegó a este país en 1980.
La originaria del estado mexicano de Jalisco, cruzó en forma ilegal la frontera para llegar a Brownsville, Texas con la determinación de buscar un mejor futuro haciendo lo que conocía, paletas.
Sin embargo tuvo que laborar en campos agrícolas y trabajar en fábricas de ropa antes de poder abrir su primera peletería.
En 1997, Salazar abrió en Corpus Christi, Texas, su primer establecimiento al que llamó "La Paletera". Actualmente existen 18 establecimientos de "La Paletera" distribuidas en varias ciudades del sur de Texas, incluyendo Laredo, Beeville, Kingsville, McAllen, San Antonio y Victoria.
Unas 15 más abrirán este año en las ciudades de Austin, San Antonio y Houston, donde debutó apenas la semana pasada. El negocio ha comenzado a expandirse a través del sistema de franquicias a un ritmo de más de un nuevo establecimiento cada mes.
El próximo año la firma se expenderá en Dallas y podría por primera vez rebasar las fronteras de Texas.
Ante el acelerado crecimiento, Salazar decidió hace dos años vender su multimillonario negocio al ex petrolero Clayton Johnson, aunque resolvió permanecer como vice presidenta de desarrollo de la compañía y continuar supervisando la elaboración y calidad de sus productos.
"Ella está bastante involucrada en el negocio, asegurándose que todo se hace bajo las fórmulas originales", dijo Marck Hanna, encargado de las relaciones públicas de "La Paletera". Salazar retuvo además la posesión de varios de los establecimientos.
Hanna dijo que La Paletera es bien recibida no sólo por los hispanos, acostumbrados degustar las paletas de sabores de frutas frescas, sino también por los anglosajones que han descubierto un producto saludable. La compañía vende paletas y nieves con ingredientes naturales de hasta 47 sabores diferentes incluyendo plátano, fresa, mango, sandía, melón, cereza, kiwi, limón, nuez y otras y también distribuye y cócteles de frutas preparadas al tradicional estilo mexicano.
En una reciente entrevista con el periódico The Houston Chronicle, Salazar recordó que aprendió el oficio de fabricar paletas de sus padres, quienes operaban una peletería en Guadalajara.
"He estado haciendo esto toda mi vida", dijo. "Yo era la mayor de seis hijos y para cuando tenía 11 años ya sabía todo lo del negocio", indicó.
Salazar dijo que sus padres siempre usaron productos naturales y nunca saborizantes artificiales, una tradición que se mantiene inalterable en los establecimientos de La Paletera. Salazar de 43 años, relató que al iniciarse como empresaria en Estados Unidos no.tenía dinero, por lo que tuvo que trabajar de "sol a sol" en los campos, cosechando repollo, brócoli y coliflor.
En 1986, tramitó su residencia legal gracias a la reforma migratoria que extendió entonces una amnistía a más de dos millones de inmigrantes indocumentados.
Ya con papeles Salazar trabajó en una fabrica de ropa y en un restaurante al mismo tiempo y no fue sino hasta después de su divorcio, en 1990, cuando se replanteó comenzar de nuevo en compañía de su pequeño hijo.
En 1997 decidió utilizar 30 mil dólares que había ahorrado para abrir su primera peletería en Corpus Christi. "No me querían rentar el lugar, pero los convencí" que lo hicieran, dijo.
Para comenzar no utilizó ningún crédito. "Estuve ahorrando dinero, trabajando, trabajando. Tenía sólo para lo necesario, No compraba ropa, tenía sólo un par de pantalones una camiseta dos blusas y una falda para trabajar.
Al abrir, en su primer día no tuvo ninguna venta. En el primer mes slo obtuvo vendió 150 dólares, lo que no alcanzaba ni para pagar la renta del lugar. "Después de un mes comencé a pensar en cerrar, pero me mantuve, esperando". Las cosas comenzaron a ir mejor tres meses después. En marzo de 1998 la peletería estaba ya llena de clientes cada día. A poco más de un año de operar, el negocio registraba ventas por 10 mil dólares al mes y la idea abrir nuevos establecimientos comenzó.
