DE LA REDACCIÓN.- A las 5:25 hora de Irak, comenzó el bombardeo sobre Bagdad. El mundo observó cómo los misiles “Tomahawk” realizaban operaciones “quirúrgicas” para intentar matar a Saddam Hussein. En las pantallas de televisión miles observaban cómo luces verde fosforescente impactaban una y otra vez sobre la ciudad. A pesar de las multitudinarias manifestaciones alrededor del planeta, de las marchas, los gritos, las pancartas, los volantes, las revistas y el sinfín de formas en que la gente dijo ¡No a la guerra!, el ataque inició y hoy un año después parece no terminar.
Aun con los desacuerdos en la Organización de las Naciones Unidas, el 20 de marzo mientras centenares de miles de europeos protestaban en las calles (el 60 por ciento estaba contra la guerra), el presidente de la Comisión de Seguridad de la ONU, Romano Prodi, declaraba en Bruselas: “Algunos van a participar en una acción unilateral y lo lamentamos”. Una acción “sin el aval de la ONU”, como lo definió el presidente francés Jacques Chirac.
En los tres días siguientes flotillas de aviones británicos atacaron continuamente las principales ciudades iraquíes, para después iniciar la invasión terrestre desde Kuwait. Diecinueve días después de iniciarse la ofensiva, el nueve de abril, tras una dura batalla por el aeropuerto internacional de Irak, Bagdad caía.
Después de desgarradoras escenas de niños, mujeres y hombres amputados, devastados por la ola de inseguridad, violencia y ataques “selectivos”, el presidente norteamericano George W. Bush, voló al portaaviones Abraham Lincoln, para anunciar desde allí, en una auténtica puesta en escena de corte electoral, el final de las principales operaciones de guerra en Irak.
A doce meses del inicio de la guerra, el panorama para Estados Unidos es desalentador en Irak, las bajas y los continuos episodios de violencia, no le han permitido llevar a cabo la reestructuración de la nación árabe.
El primer aniversario de la guerra y ocupación de Irak llega marcado de claroscuros para el Gobierno de EU, que lucha por no quedarse atrapado en un proceso más complejo y caro de lo que se había previsto.
A pesar de la rápida victoria militar estadounidense y de la captura en diciembre pasado de Saddam Hussein, el creciente nivel de violencia, la muerte constante de soldados norteamericanos y el enorme costo económico representan un gran lastre para Bush.
Además, las armas de destrucción masiva que sirvieron para justificar la guerra siguen sin aparecer y el Gobierno de Washington apenas restablece las relaciones con sus aliados, muy dañadas por el conflicto.
Bush, acusado de exagerar los datos del espionaje sobre esas armas, ha creado una comisión independiente para investigar el asunto.
“La próxima vez, cuando EU quiera ir a la guerra, encontrará más problemas para formar una coalición... ya que los pueblos de otros países sospecharán más del espionaje estadounidense”, reconoció Ken Pollack, un analista de Defensa de Brookings Institution.
Durante esta semana, el Gobierno de Washington ha lanzado una gran ofensiva de relaciones públicas para tratar de explicar los logros realizados en Irak y han insistido, sin fisuras, en que, aún cuando no se han encontrado las armas prohibidas, Irak está mejor libre de la férula de un dictador como Saddam Hussein.
La línea oficial de Washington es que Irak, a pesar de los vaivenes de EU acerca de cómo devolver el poder político a los iraquíes, “la democracia avanza” y no hay vuelta atrás.
Sin embargo, en la última encuesta divulgada en EU, un 49 por ciento de los consultados consideró que la actual situación en Irak no mereció la pena ir a la guerra, frente a un 46 por ciento que continúa respaldando el conflicto.
La posibilidad de que el nuevo Gobierno español retire a sus mil 300 soldados de Irak es otro problema.
“Si las cosas van mal, sin otros países a nuestro lado, se levantarán cuestiones en la mente de los estadounidenses acerca de si quieren seguir apoyando esto”, considera Philip Gordon, también de Brookings Institution.
Antes de la invasión, el Gobierno de EU aseguró que las tropas serían recibidas como liberadoras, que harían falta pocas fuerzas para ocupar el país durante unos pocos meses y que la reconstrucción sería barata, ya que se pagaría con el dinero obtenido por la venta de petróleo.
Sin embargo, todo eso ha sido incorrecto. En el lado militar, EU tiene aún en Irak unos 120 mil soldados, a los que va rotando por períodos de entre 12 y 18 meses, lo que empieza a ser muy impopular entre muchos militares y sus familias.
En Irak han muerto hasta ahora 570 soldados, con otros tres mil 254 heridos. Sin embargo, la gran mayoría de las bajas, 424 muertos y dos mil 653 heridos, se han producido después de que Bush anunció el fin de la fase principal de combates.
Otro asunto es el costo económico. El desastroso estado del sector petrolero iraquí impidió obtener rápidamente dinero para la reconstrucción.
La operación de Irak ha costado a EU unos 160 mil millones de dólares, aunque no todos se han gastado en ese país. El Pentágono prevé que durante este año tendrá que solicitar otros 50 mil millones. Con el país registrando déficit presupuestarios récord, la sangría económica es otro de los motivos que han hecho cada vez más impopular la operación iraquí.