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Jaque mate/Aplicar la Ley

Sergio Sarmiento

“La naturaleza aborrece

el vacío”.

Anónimo

Este domingo siete de noviembre un grupo de vendedores del pueblo de San Juan Teotihuacán, en el Estado de México, decidieron hacer el trabajo que a las autoridades les corresponde pero que no se atreven a realizar. Liberaron así los accesos al pueblo bloqueados por un grupo de unos 50 activistas que se oponen a la operación de una Bodega Aurrerá en la zona.

El enfrentamiento entre los comerciantes del lugar, a quienes el bloqueo estaba dejando sin ingresos y los activistas, virtualmente todos ellos provenientes de otros lugares, dejó unos 15 heridos leves. El saldo es en realidad pequeño. Los ánimos estaban tan caldeados que pudo haber heridos graves o incluso muertos.

Los activistas, sabedores de que eran pocos y estaban en un pueblo abiertamente hostil, optaron por retirar su bloqueo antes de que el asunto pasara a mayores. Quizá tendremos que acostumbrarnos a que los conflictos en nuestro país se resuelvan a golpes entre los interesados. Después de todo, las autoridades municipales, estatales y federales muestran una renuencia cada vez mayor para ejercer su responsabilidad. Parece que no hay ninguna autoridad dispuesta a aplicar la Ley para evitar la afectación de los derechos de terceros en los actos políticos de protesta.

Dos días antes del enfrentamiento en Teotihuacán, el viernes cinco de noviembre por la tarde y noche, un grupo de unos 60 estudiantes de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional bloquearon en los dos sentidos la avenida de los Insurgentes, una de las principales vías de comunicación de la ciudad de México.

La policía capitalina, en lugar de desbloquear la avenida, realizó cortes a la circulación para facilitar el bloqueo. El resultado fue un mayúsculo congestionamiento de tránsito que afectó a millones. Tres ambulancias que llevaban a unos niños gravemente heridos por un accidente no pudieron llegar al Hospital Infantil al que se dirigían.

Los activistas mantuvieron su bloqueo hasta que se aburrieron. Los grupos políticos se han dado cuenta que las autoridades del país son presa de una terrible cobardía. Los gobernantes y jefes de policía prefieren permitir la afectación de los derechos de terceros antes que correr el riesgo de caer en un enfrentamiento que pudiera generarles problemas con esos grupos políticos o con los medios de comunicación.

Han encontrado también que la forma de lograr que las autoridades cedan a sus demandas es precisamente tomar a la población como rehén a través de bloqueos de vías de comunicación. La decisión del Gobierno del presidente Vicente Fox de cancelar la construcción de un nuevo aeropuerto en Texcoco es el ejemplo más notable. La ausencia de autoridad está llevando a una situación en la que tienen que ser los propios ciudadanos afectados, como ocurrió en Teotihuacán, los que defiendan sus intereses recurriendo a la violencia.

Poco a poco las calles del país se están convirtiendo en una selva en la que prevalecerá la Ley del más fuerte. Todos conocemos las raíces históricas de la renuencia de las autoridades a aplicar la Ley. En los años sesenta y setenta el Gobierno recurrió a excesos de violencia contra quienes participaban en manifestaciones de protesta.

El movimiento estudiantil de 1968 fue en buena medida consecuencia de la violencia innecesaria con la que se reprimieron varias manifestaciones en julio de ese año. Los ataques homicidas a las manifestaciones del dos de octubre de 1968 y el diez de junio de 1971 generaron una condena histórica.

Pero de ese extremo de represión hemos pasado al otro: al de la renuncia a ejercer una autoridad legítima y a defender los derechos de terceros afectados. De nada sirve que la Ley determine que las vías de comunicación son para el uso de todos si la autoridad no se atreve a mantenerlas abiertas cuando son bloqueadas.

La experiencia nos dice que ni en la naturaleza ni en la política puede haber un vacío: siempre algo o alguien lo ocupa. Por eso vimos el domingo pasado el enfrentamiento entre los comerciantes de Teotihuacán y los activistas políticos. Si la autoridad insiste en mantener un vacío en los bloqueos, tarde o temprano veremos que el control de las calles y las carreteras del país se dirime a balazos.

Y la culpa no será de quienes participen en los enfrentamiento sino de una autoridad que no ha querido hacer uso de las facultades que le otorga la Ley.

Villoro

Juan Villoro se ha convertido en uno de los escritores jóvenes más respetados de nuestro país. Por eso no sorprende que ayer se haya anunciado su triunfo en el Premio Herralde de novela de la editorial Anagrama. El testigo narra la historia de un mexicano exiliado que regresa a un México nuevo. Villoro mismo acaba de volver a México después de varios años de residir en Barcelona.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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