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Jaque mate/Candidatos

Sergio Sarmiento

“La democracia

no es el régimen de la

verdad, sino el de las

opiniones relativas”.

Octavio Paz

¿Se imagina usted una elección en la que no participen tres de los candidatos que se encuentran en los primeros lugares de popularidad? Pues esto bien podría ocurrir en las elecciones presidenciales de 2006.

El puntero en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador, tiene una sentencia en contra por desacato a una orden de un juez, la cual podría llevar a su inhabilitación para el proceso de 2006.

Marta Sahagún de Fox, la primera dama del país, quien sigue ocupando el segundo lugar en las encuestas que se atreven a incluirla, ha tenido que descartarse a sí misma como posible candidata a la presidencia en 2006 después de una intensísima campaña mediática en su contra.

Santiago Creel, el secretario de Gobernación, quien ocupa el tercer o cuarto lugar en las encuestas, dependiendo de cuál se trate, enfrenta la posibilidad de un proceso penal por haberse excedido en dos millones de pesos del límite de gastos en su fallida campaña a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal en el año 2000. Esto podría inhabilitarlo también para las elecciones de 2006.

Las opiniones que asumen muchos de los comentaristas y participantes en la política nacional sobre cada uno de estos casos son absolutamente partidarias. Quienes se indignan ante los tribunales que determinaron el desacato de López Obrador o ante la decisión de la PGR de buscar el desafuero del jefe de Gobierno para procesarlo, por ejemplo, protestan por la posibilidad de que la esposa del Presidente pueda siquiera considerar ser candidata a la Presidencia de la República.

Quienes exigen que se aplique la Ley con toda su fuerza a Andrés Manuel se molestan por el proceso en contra de Creel. La verdad es que en estos momentos casi todo lo que ocurre en la política nacional está siendo definido por la adelantada sucesión presidencial.

Las interpelaciones en el Informe del presidente Fox, las manifestaciones y bloqueos de los sindicatos de la Unete y del Seguro Social, las posiciones de los partidos políticos ante las modificaciones presupuestarias que se acercan, todas están definidas por sus previsibles consecuencias en el proceso de sucesión.

Tal vez lo anterior sea inevitable. La sucesión ha sido siempre una obsesión en el medio político mexicano. La única diferencia entre lo que está ocurriendo ahora y lo que sucedía en el pasado es que antes el presidente en turno, al controlar personalmente la designación de su sucesor, podía calmar los ánimos hasta el quinto año de Gobierno en que la decisión se volvía inaplazable.

Curiosamente, el propio presidente Fox es responsable de haber roto las reglas tradicionales y adelantado el proceso de sucesión. Esto lo hizo no sólo acabando en las urnas con la hegemonía de un partido que se había mantenido en el poder siete décadas, sino demostrando que un aspirante a la Presidencia de la República puede sacarle ventaja a sus rivales si empieza su campaña más temprano que los demás.

Vicente Fox se convirtió en un abierto candidato a la Presidencia de la República desde el momento en que asumió el Gobierno del Estado de Guanajuato y utilizó los recursos del estado para promoverse. Desde entonces se ha hecho normal que otros aspirantes utilicen sus cargos públicos como plataforma político. Así lo hizo Roberto Madrazo cuando era gobernador de Tabasco y se pagó una fuerte campaña en medios de comunicación para buscar la candidatura presidencial del PRI en 1999.

Lo mismo están haciendo en la actualidad Arturo Montiel, gobernador del Estado de México, que compra publicidad a nivel nacional con recursos del estado para promoverse en lo personal y Andrés Manuel López Obrador, que ha inaugurado la modalidad del cómic político pagado con recursos del Gobierno. Las reglas del juego político claramente han cambiado.

Hoy ya nadie puede decir como Fidel Velázquez que el que se mueve no sale en la foto.

Hoy es necesario moverse desde muy temprano para llamar la atención de los medios informativos. Hoy es indispensable gastar el dinero de los contribuyentes para promoverse en lo personal. Pero también los golpes por debajo de la mesa se dan muy temprano. Y en parte por ello podríamos tener en 2006 una elección presidencial sin ninguno de los tres aspirantes más populares.

Pemexgate

Más de cuatro años después de ocurrido el presunto desvío de recursos de Pemex al sindicato petrolero y de ahí al PRI, el ex director general de Pemex Rogelio Montemayor está ahora siendo procesado en nuestro país. Yo no sé cuál será la sentencia final. Pero es importante que el proceso nos recuerde a todos que los recursos de Pemex no deben seguir siendo propiedad de los políticos o del sindicato petrolero sino de los mexicanos.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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