“Bendito aquel que
ha encontrado su trabajo”.
Thomas Carlyle
Nunca nadie podrá acusar a la mayoría de los medios de comunicación de nuestro país de tratar de comprender o explicar temas medianamente complejos. Ahí está para comprobarlo el trato que se le ha dado a la información sobre desempleo que se ha dado a conocer esta semana.
En su gira por la frontera norte del país del lunes y martes, 20 y 21 de septiembre, el presidente Vicente Fox afirmó en varias ocasiones que las cifras para los primeros quince días de septiembre señalan la creación de 39 mil empleos formales en el país. Añadió que esto lleva a un total acumulado en el año de 320 mil empleos. Con la tasa de cuatro por ciento de crecimiento económico que se espera para todo 2004, el Presidente pronosticó que se crearán este año 400 mil empleos formales.
Sin embargo, el miércoles 22 se dieron a conocer los datos del INEGI sobre el desempleo en agosto. La tasa de desempleo abierto -que es la más citada por los medios de comunicación aunque no la única que registra la institución- se ubicó en 4.35 por ciento, no sólo un aumento sobre los meses anteriores sino la cifra más alta en los últimos siete años. De manera automática surgieron así voces que acusaban al Presidente de ofrecer cifras alegres o incluso de mentir.
Quienquiera que le dé un seguimiento al problema, empero, debería saber que la creación de empleos formales y el desempleo abierto son dos cosas completamente distintas. La creación de empleos formales se mide por los registros del Instituto Mexicano del Seguro Social, una cifra confiable entre otras cosas porque representa pagos para el Gobierno, los patrones y los asegurados. La tasa de desempleo abierto se basa, en cambio, en una encuesta representativa que mide el porcentaje de personas de la población económicamente activa que dicen no haber trabajado siquiera una hora en la semana previa.
Los trabajadores formales de la economía son una minoría entre las personas que tienen una actividad económica en nuestro país. En el pasado mes de julio se registraban 12’483,578 trabajadores permanentes y eventuales en el IMSS según las estadísticas de la página de Internet de la Secretaría del Trabajo. Esta cifra representaba un avance de 149,148 sobre el nivel de diciembre (no los 320 mil de los que hablaba el Presidente, si bien hasta julio y no hasta el 15 de septiembre). Estos casi 12.5 millones de empleos formales, sin embargo, son apenas una fracción de la población económicamente activa, la cual asciende a alrededor de 47 millones de personas (57 por ciento de los mexicanos con más de 12 años de edad).
No hay, por lo tanto, incompatibilidad entre que se hayan creado empleos formales, como lo anuncia el Presidente y el aumento de la tasa de desempleo abierto.
En realidad estamos viendo un fenómeno complejo en materia de desempleo. Por una parte se está registrando una recuperación económica, la cual está creando empleos formales después de tres años de caídas y estancamiento. Pero en buena medida la recuperación se está concentrando en el norte del país y en particular en la industria de exportación. El centro y el sur de México, menos volcados a los mercados externos, siguen estancados.
Esto lo podemos verificar indirectamente con las contrastantes cifras de desempleo abierto en Tijuana, donde la tasa es de 0.9 por ciento y en la ciudad de México, donde asciende a 5.8 por ciento.
La información disponible, por lo tanto, no sugiere ni falsedad ni manejo de cifras alegres por parte del Presidente de la República. No hay duda de que se están creando empleos formales en nuestro país y que se están registrando en el Seguro Social. Esto es positivo porque se trata de los trabajos de mejor calidad. La preocupación es que, hasta el momento, la recuperación se está limitando a la industria de exportación y la creación de empleos al norte del país.
El esfuerzo para crear empleo se debe expandir, por lo tanto, al resto de México. Y es en este punto donde se vuelve importante la realización de Reformas Estructurales que aumenten la inversión y el número de empleos. Bastante difícil es generar una mayor actividad en la tan competida economía global en la que vivimos, pero mucho más lo es si, por malas políticas económicas, nuestro Gobierno sigue limitando la inversión y manteniendo procesos burocráticos tan complejos que obstaculizan la actividad productiva.
Tres por ciento
Con el barril de petróleo ligero nuevamente en 48 dólares y la mezcla mexicana casi en 37, no sorprende que se esté deteniendo la recuperación económica en Estados Unidos y en México. La exportación de petróleo representa apenas un tres por ciento de la economía de nuestro país. El otro 97 por ciento se perjudica, en vez de beneficiarse, del aumento en el precio del petróleo.
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